CRÓNICA

Penitencia pa los fotógrafos y el día de Castellla

Texto y fotos: Manuel Durán Blázquez


En el sexto la plaza igual que en el primero

Esta octava de San Isidro, primera de las señaladas especialmente porque aparecían tres figuras del escalafón, nos deparó la primera puerta grande. Y ello fue así porque el público de Las Ventas así lo pidió. Y ante ello no se puede decir nada más que amén. Otra cosa es que cada uno en su fuero interno esté satisfecho con lo que ha visto y porque recuerda otras puertas grandes y las faenas que las precedieron. También sucedió porque los dos toros más potables para torear le tocaron en suerte, segundo y quinto, a Sebastián Castella que fue quien paseó el ruedo venteño en hombros y salió a la calle de la misma guisa, después de cortar una oreja en cada uno. La del segundo de muy larga y creciente petición, después de una faena con más gracia que la del quinto, porque tenía que perseguir al toro y conseguir que no se rajara.
Como fue el primer lleno de verdad, aunque también ayer hubo una entrada casi de lleno absoluto, el de hoy llevó a algunos fotógrafos a hacer penitencia y ver la corrida de rodillas o en pie y con muchas cabezas por delante, poblando de nubes el contorno de muchas de las fotos de hoy. Al menos en mi caso.
Pues tuvo suerte Castella en lo de los toros y no la tuvieron Morante y Talavante. Al primero lo vimos con ganas desde el primer capotazo e intentándolo en dos faenas que nadie terminaba de ver por ser Morante alguien a quien enseguida se puede disculpar si hubiera ido a por la espada a las primeras de cambio. Y tampoco tuvo suerte Alejandro Talavante, a quien vimos como en una continuación de los seis que ya había matado en Madrid el domingo de Resurrección. El toro que necesita el extremeño es siempre de empuje, transmisión y fuerza. Y cuando ello no sucede, la quietud de este torero se transforma en algo insípido que enseguida se acrecienta a los ojos de todos cuando sale el grito de aquel tendido: ¡¡Qué no!! y la plaza entera obedece y no sale ni un olé ni aunque la pellizquen. Los mismos que hoy sacaron a Castella a hombros, en muchas otras ocasiones fueron quienes pitaban sus faenas, gritaban y silbaban. Hoy no, procedía alegrarse y contar a los amigos que han visto salir a un torero por la puerta grande de Las Ventas en plena feria de San Isidro.
Y otro día con cornada, en este caso el subalterno Rafael Cuesta, al recoger al quinto de los vuelos del capote de Morante, fue alcanzado y la cornada es fuerte de más de 25 centímetros que destroza los abductores. Por seguir con subalternos, nos encantó la torería y bien hacer de Curro Molina, sensacional en el quinto con los palos, pero que lidió de maravilla al segundo.


La Cámara de Christine Spengler en el patio de cuadrillas


Clasicismo morantino


El derechazo de Castella al segundo


Curro Molina, torero
La gaonera de Talavante




Sin duda marca distancia


Otro derechazo al quinto


La estética del capote de Morante


Fijando la embestida con nubes




Un momento de trasmisión


Volapié

Comentarios