Uceda Leal, El Fandi, Daniel Luque
Toros de Parladé (2º y 4º de La Laguna)
Texto y fotos: J.M.S.V.
El reventa y un tal Luque
Luque paseando la oreja del sexto
Bajaba yo despacio desde Manuel Becerra hacia la plaza cuando al llegar a la esquina de la calle de Alcalá, allí donde se forma el jaleo entre mirones, claveleros, los de la gomina y los carteristas, y me dio que la tarde iba a ser distinta. Y lo fue, ya lo creo. Crucé la calle, saludé a los de siempre y en una zona despejada se me acercó el reventa de siempre. Creí que pasaría de largo, pero me arrimó los labios a la oreja y me dijo: ¿Duyuguanticquet?
Como he cursado varios niveles de inglés en prestigiosas academias del foro y mi amiga Muriel Feiner me tiene aleccionado, me volví despacio, le miré fijamente e imitando el deje chulesco de mi padre (nacido en Cuatro Caminos) le contesté: ¡Qué mal hablas español! No era su tarde, porque enseguida se dio cuenta de que había pinchado en hueso y entre carcajadas me respondió: ¡Joder que tarde llevo! Confieso que me ofendió, porque como presumo de ser gato, no me gustó que me confundiera con un guiri.
Al grano. El que sí tuvo la tarde fue Daniel Luque. En la taquilla una señora entradita en años le preguntaba al pariente: ¿Quién torea? Y el conyuge apuntó con indiferencia: ¡Un tal Luque!
Pues el tal Luque les mojó la oreja a los de delante, porque Uceda estuvo desdibujado y El Fandi en más de lo mismo (banderillas a toro pasado, si bien con menos dosis de ejercicios gimnásticos). Así que me limitó al tercero y al sexto. A Histrión le citó de largo y le dio una tanda con la derecha que le fue metiendo en la muleta. Dejó que tomara aire y poco a poco le fue dando la faena que pedía. Disfrutó el torero y disfrutó el respetable. Tuvimos miedo a la voltereta, pero el valor, la temeridad pudieron con el astado. Tenía las orejas (probalemente las dos por lo baratas que se venden en tiempos de crisis), pero con la espada la pifió.
En el sexto, de nombre Calígula como el emperador, y de 610 voltios (kilos) hizo lo propio. De salida el toro volvió a los corrales porque se había dejado algo, y cuando salió de nuevo parecía que lo habían aleccionado. Derribó a Rafael Campos, o más bien lo tumbó de un suspiro y se las hizo pasar canutas. La vara se hizo trizas y fue la guerra. Pero Luque dejó de ser “el tal Luque” para transformarse en don Daniel y lo metió en la muleta. Después de la cuarta tanda se hizo el delirio, y como quiso comerse al toro al entrar a matar, la espada se le fue trasera. Paseó la oreja con justicia, ganada a ley, pero seguro que le supo a poco.
Cuando subía la cuesta de los elefantes por Alcalá no dejaba de pensar en el reventa: ¿Duyuguanticquet? No te jodes… Casi cuarenta años en Las Ventas y me confunden con un guiri.
Toros de Parladé (2º y 4º de La Laguna)
Texto y fotos: J.M.S.V.
El reventa y un tal Luque
Luque paseando la oreja del sexto
Bajaba yo despacio desde Manuel Becerra hacia la plaza cuando al llegar a la esquina de la calle de Alcalá, allí donde se forma el jaleo entre mirones, claveleros, los de la gomina y los carteristas, y me dio que la tarde iba a ser distinta. Y lo fue, ya lo creo. Crucé la calle, saludé a los de siempre y en una zona despejada se me acercó el reventa de siempre. Creí que pasaría de largo, pero me arrimó los labios a la oreja y me dijo: ¿Duyuguanticquet?
Como he cursado varios niveles de inglés en prestigiosas academias del foro y mi amiga Muriel Feiner me tiene aleccionado, me volví despacio, le miré fijamente e imitando el deje chulesco de mi padre (nacido en Cuatro Caminos) le contesté: ¡Qué mal hablas español! No era su tarde, porque enseguida se dio cuenta de que había pinchado en hueso y entre carcajadas me respondió: ¡Joder que tarde llevo! Confieso que me ofendió, porque como presumo de ser gato, no me gustó que me confundiera con un guiri.
Al grano. El que sí tuvo la tarde fue Daniel Luque. En la taquilla una señora entradita en años le preguntaba al pariente: ¿Quién torea? Y el conyuge apuntó con indiferencia: ¡Un tal Luque!
Pues el tal Luque les mojó la oreja a los de delante, porque Uceda estuvo desdibujado y El Fandi en más de lo mismo (banderillas a toro pasado, si bien con menos dosis de ejercicios gimnásticos). Así que me limitó al tercero y al sexto. A Histrión le citó de largo y le dio una tanda con la derecha que le fue metiendo en la muleta. Dejó que tomara aire y poco a poco le fue dando la faena que pedía. Disfrutó el torero y disfrutó el respetable. Tuvimos miedo a la voltereta, pero el valor, la temeridad pudieron con el astado. Tenía las orejas (probalemente las dos por lo baratas que se venden en tiempos de crisis), pero con la espada la pifió.
En el sexto, de nombre Calígula como el emperador, y de 610 voltios (kilos) hizo lo propio. De salida el toro volvió a los corrales porque se había dejado algo, y cuando salió de nuevo parecía que lo habían aleccionado. Derribó a Rafael Campos, o más bien lo tumbó de un suspiro y se las hizo pasar canutas. La vara se hizo trizas y fue la guerra. Pero Luque dejó de ser “el tal Luque” para transformarse en don Daniel y lo metió en la muleta. Después de la cuarta tanda se hizo el delirio, y como quiso comerse al toro al entrar a matar, la espada se le fue trasera. Paseó la oreja con justicia, ganada a ley, pero seguro que le supo a poco.
Cuando subía la cuesta de los elefantes por Alcalá no dejaba de pensar en el reventa: ¿Duyuguanticquet? No te jodes… Casi cuarenta años en Las Ventas y me confunden con un guiri.
Hablando con la pared
Uceda
El Fandi ejercitándose
Un torero de Zuloaga
Bordado de flores
Saludo de Luque
Detrás deUceda
El paseíllo de hoy
Puffffff......
Sacando la espada
Un policía aficionado a la fotografía
Hasta la próxima
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