Frascuelo, Rafaelillo, Javier Valverde
Toros: Adolfo Martín
La mano que mece la cuna
(Al maestro Frascuelo)
Texto y fotos: J.M.S.V.
El maestro Frascuelo
Esa mano maldita que lanzó una almohadilla desde el tendido cuando el maestro Frascuelo cruzaba el portón de las cuadrillas era la de Lucifer. Esa mano maldita que pagó con el torero la rabia contenida de su asquerosa vida, era la de un demonio teñido de babas.
La corrida de Adolfo Martín no ha servido. Con sentido, peligrosa y sin recorrido. Las cuatro joyas primeras con que el ganadero obsequió a los matadores resultaron ser más falsas que los abalorios del serrín. El quinto lo largó el respetable a los corrales por inválido y al sexto le sacó Valverde todo lo que tenía.
Rafaelillo hizo el mayor esfuerzo, porque tuvo que recibir a tres en su segunda apuesta; es decir que salió el sobrero de Sepúlveda de Yeltes en quinto lugar y luego el sobrero del sobrero de Arauz de Robles, que debió ser encerrado de nuevo. Para entonces Rafael Rubio había expulsado del cuerpo hasta la última gota de sudor para intentar lo imposible. Por eso se enfadó, porque el pundonor y la torería le brotan por los cuatro costados.
Valverde no pudo hacer nada en el tercero, porque se quedaba tan parado que desesperaba a la concurrencia, y en el sexto lo dicho: dos derechazos buenos. Lo peor fue la lidia que le dieron al toro, que culminó con el recuento de las banderillas que habían quedado en la arena cuando usía cambió el tercio: ¡Uuuuuuuuna! ¡Dooooooos! ¡Treeeeeeees! … Y así hasta siete.
Frascuelo fue recibido con cariño. Tuvo que responder con un saludo largo, torero, eterno, a los aficionados que le ovacionaron. No son toros para Frascuelo los adolfomartín, por eso tiene doble mérito. Y cuando un toro no tiene faena, lo mejor es estar aseadito, cumplir con gallardía y despacharlo. Eso decían los grandes… y éste señor es de lo grandes.
Acabó la tarde con el ruedo plagado de almohadillas como protesta al ganadero… Bronca pues para don Adolfo Martín, pero esa mano que mece la cuna y es capaz de lanzar una almohadilla al maestro Frascuelo debería ser segada y expuesta en un escaparate de la Puerta del Sol, como lo estuvo la pierna del Tato.
Toros: Adolfo Martín
La mano que mece la cuna
(Al maestro Frascuelo)
Texto y fotos: J.M.S.V.
El maestro Frascuelo
Esa mano maldita que lanzó una almohadilla desde el tendido cuando el maestro Frascuelo cruzaba el portón de las cuadrillas era la de Lucifer. Esa mano maldita que pagó con el torero la rabia contenida de su asquerosa vida, era la de un demonio teñido de babas.
La corrida de Adolfo Martín no ha servido. Con sentido, peligrosa y sin recorrido. Las cuatro joyas primeras con que el ganadero obsequió a los matadores resultaron ser más falsas que los abalorios del serrín. El quinto lo largó el respetable a los corrales por inválido y al sexto le sacó Valverde todo lo que tenía.
Rafaelillo hizo el mayor esfuerzo, porque tuvo que recibir a tres en su segunda apuesta; es decir que salió el sobrero de Sepúlveda de Yeltes en quinto lugar y luego el sobrero del sobrero de Arauz de Robles, que debió ser encerrado de nuevo. Para entonces Rafael Rubio había expulsado del cuerpo hasta la última gota de sudor para intentar lo imposible. Por eso se enfadó, porque el pundonor y la torería le brotan por los cuatro costados.
Valverde no pudo hacer nada en el tercero, porque se quedaba tan parado que desesperaba a la concurrencia, y en el sexto lo dicho: dos derechazos buenos. Lo peor fue la lidia que le dieron al toro, que culminó con el recuento de las banderillas que habían quedado en la arena cuando usía cambió el tercio: ¡Uuuuuuuuna! ¡Dooooooos! ¡Treeeeeeees! … Y así hasta siete.
Frascuelo fue recibido con cariño. Tuvo que responder con un saludo largo, torero, eterno, a los aficionados que le ovacionaron. No son toros para Frascuelo los adolfomartín, por eso tiene doble mérito. Y cuando un toro no tiene faena, lo mejor es estar aseadito, cumplir con gallardía y despacharlo. Eso decían los grandes… y éste señor es de lo grandes.
Acabó la tarde con el ruedo plagado de almohadillas como protesta al ganadero… Bronca pues para don Adolfo Martín, pero esa mano que mece la cuna y es capaz de lanzar una almohadilla al maestro Frascuelo debería ser segada y expuesta en un escaparate de la Puerta del Sol, como lo estuvo la pierna del Tato.
El monosabio veterano
Hablando con Dios
Firmando el autógrafo
Las manos de Frascuelo
Comentarios
Publicar un comentario