Luis Francisco Esplá, Morante de la Puebla, Sebastián Castella
Toros de Victoriano del Río
¿Por quién repican las campanas?
Texto y fotos: J.M.S.V.
La gloria para Esplá en la despedida
Toros de Victoriano del Río
¿Por quién repican las campanas?
Texto y fotos: J.M.S.V.
La gloria para Esplá en la despedida
A eso de las nueve y media de la noche las campanas de todo Madrid repicaron y el eco de los bronces cabalgó sobre el viento serrano para llevar a Levante la sonrisa del torero veterano. En la Puerta Grande de Las Ventas, las yemas de los dedos de la multitud se hicieron agua. El señor Esplá, don Luis Francisco, miraba a los cielos por última vez vestido de luces y allá en la gloria tronaba la ovación.
Fue como lo cuento. Cuando vi dirigirse al torero hacia el centro del ruedo, con la montera calada y ese andar garboso que le caracteriza, dejé la cámara en la meseta de la enfermería y me puse en pie. Le ovacionaban, sí, pero nadie como yo. Incluso mis compañeros de tarea se quedaron sorprendidos y me hicieron algún comentario en tono jocoso. Contesté: ¡Ya no veré más a este torero!
Luis, el de Pantoja, se dio cuenta de que me emocionaba al terminar la primera tanda y me comentó que si quería ver la faena él se encargaría de hacer las fotografías. Sonreí. No estoy ahora haciendo literatura, sino contando una experiencia que ya será inolvidable y que contaré con orgullo.
Tenía que ser hoy, precisamente cuando todos apostaban por Morante o por Castella, tenía que ser en el día de hoy, justo cuando el gabinete de prensa de Las Ventas había decidido reproducir una fotografía mía en el programa. Tenía que ser hoy…
Pedro Jiménez (con quien comparto las tardes de toros) me lo había repetido mucha tardes: ¡Aquí tienen un espejo en quien fijarse! Y lo comprobamos de nuevo cuando tras cortar las dos orejas estuvo pendiente de la lidia del quinto y del sexto. Lo había estado en los anteriores, pero no más que Domingo Navarro, a quien algún día la afición de Madrid tendrá que rendirle pleitesía.
No hacen falta faenas rotundas, ni derechazos largos o naturales bordados, tampoco adornos ni manoletinas temerarias… solo hace falta torería (definan ustedes como quieran porque ya saben de qué estoy hablando). Por eso, cuando Esplá se fue al centro del ruedo, por primera vez en no se cuantos años me levanté para aplaudirle, y aunque me crujió la rodilla mantuve el tipo. Al quitarse la montera, el chirlo de la mejilla derecha se hizo más profundo con su media sonrisa y entonces lo adiviné. Seguro que no se lo creen, pero les juro que lo adiviné.
En el ruedo, mientras inmortalizábamos las escenas del éxito, le pedí a Manolo Durán que me hiciera un retrato junto al torero. Tampoco antes lo había hecho. Lo mismo es que me estoy haciendo mayor. Hoy, señores, la tarde fue de gallardía y tuvo nombre propio, el de don Luis Francisco Esplá, a quien echaré de menos por los siglos de los siglos.
Fue como lo cuento. Cuando vi dirigirse al torero hacia el centro del ruedo, con la montera calada y ese andar garboso que le caracteriza, dejé la cámara en la meseta de la enfermería y me puse en pie. Le ovacionaban, sí, pero nadie como yo. Incluso mis compañeros de tarea se quedaron sorprendidos y me hicieron algún comentario en tono jocoso. Contesté: ¡Ya no veré más a este torero!
Luis, el de Pantoja, se dio cuenta de que me emocionaba al terminar la primera tanda y me comentó que si quería ver la faena él se encargaría de hacer las fotografías. Sonreí. No estoy ahora haciendo literatura, sino contando una experiencia que ya será inolvidable y que contaré con orgullo.
Tenía que ser hoy, precisamente cuando todos apostaban por Morante o por Castella, tenía que ser en el día de hoy, justo cuando el gabinete de prensa de Las Ventas había decidido reproducir una fotografía mía en el programa. Tenía que ser hoy…
Pedro Jiménez (con quien comparto las tardes de toros) me lo había repetido mucha tardes: ¡Aquí tienen un espejo en quien fijarse! Y lo comprobamos de nuevo cuando tras cortar las dos orejas estuvo pendiente de la lidia del quinto y del sexto. Lo había estado en los anteriores, pero no más que Domingo Navarro, a quien algún día la afición de Madrid tendrá que rendirle pleitesía.
No hacen falta faenas rotundas, ni derechazos largos o naturales bordados, tampoco adornos ni manoletinas temerarias… solo hace falta torería (definan ustedes como quieran porque ya saben de qué estoy hablando). Por eso, cuando Esplá se fue al centro del ruedo, por primera vez en no se cuantos años me levanté para aplaudirle, y aunque me crujió la rodilla mantuve el tipo. Al quitarse la montera, el chirlo de la mejilla derecha se hizo más profundo con su media sonrisa y entonces lo adiviné. Seguro que no se lo creen, pero les juro que lo adiviné.
En el ruedo, mientras inmortalizábamos las escenas del éxito, le pedí a Manolo Durán que me hiciera un retrato junto al torero. Tampoco antes lo había hecho. Lo mismo es que me estoy haciendo mayor. Hoy, señores, la tarde fue de gallardía y tuvo nombre propio, el de don Luis Francisco Esplá, a quien echaré de menos por los siglos de los siglos.
Luis Durán montando a Gitano
La argolla de las mulillas
El último paseíllo de Esplá en Madrid
Verónica de Esplá en el primero
Natural de la firma Esplá
Castella preparándose
Morante felicitando al maestro Esplá
Castella en el sexto I
Muchas gracias por la gran labor que haceis. Madre mía que fotos¡¡ Impresionante.
ResponderEliminarLlevo siguiendo el blog desde el inicio de san isidro, os conoci gracias al blog de Rosa (El Pais). Soy un aficionado novel con ganas de aprender y vuestras fotos transmiten mucho sentimiento.
Fdo: Omar
Gracias a ti
ResponderEliminarUn abrazo