Cuando los dioses nacían en el laboratorio: Los Mitos de Francisco Cano



Texto: J.M.S.V.

Apostar por un libro de fotografías en la edición española es aceptar el riesgo. El editor José Romeu ha roto todos los esquemas y ha diseñado una obra que pocos editores se atreverían a asumir en los tiempos que corren. Tenía los mimbres, pero también los tienen muchos otros y no se atreven a dar el paso adelante, tan difícil de aplicar en la cuerda floja.
El libro se titula Mitos. ¿Qué mitos se preguntaran ustedes? Los mitos de todos, los que están en la memoria colectiva y a los que un fotógrafo llamado Francisco Cano, próximo a cumplir el siglo de vida, retrató e inmortalizó en los años difíciles de la posguerra. Lo cuenta de maravilla, como de costumbre, el profesor Andrés Amorós, que repasa la intrahistoria desde los personajes que visitaron el país de lo imprevisto para dejarse sorprender por la Fiesta de los toros.
De los reportajes y retratos, muchos de ellos inéditos, surgen nuestros fetiches: Ava Gardner, Orson Welles, Hemingway, Charlton Heston, el doctor Fleming, y una pléyade de españoles que dejaron huella imborrable: Pastora Imperio, Manolo Caracol, Lola Flores, Antonio Ordóñez, Lucía Bosé, Luis Miguel Dominguín, Marisol… (dejo que el resto los descubran ustedes).
Francisco Cano es el decano de los fotógrafos taurinos, el único que hizo las fotos de la cogida mortal de Manolete, el que siguió a los grandes durante el verano sangriento que describió Hemingway; pero Andrés Amorós ha cambiado su biografía de un plumazo, y nunca mejor dicho. Ha sacado de su archivo las imágenes de la crónica social y las ha descrito como nadie, para transfomarle en el Weegee español.
Y el editor (José Romeu, insisto) ha configurado una gran obra en todos los sentidos: por formato, por encuadernación, por diseño, por la hoja de estilo, por tipografía… En la cubierta leemos en tintas de plata: MITOS. Debajo la firma de Cano, tan popular como su figura. La imagen de impacto el retrato de Ava Gardner, sensual, bellísima, espectacular.
Cuando los dioses nacían en el laboratorio todo era distinto. Pegados a los acetatos de los rollos de 36 disparos, han permanecido callados durante años. Esta mañana, cuando Amorós hablaba de ellos ante Cano mientras presentaba el libro, han resucitado para posar de nuevo ante la cámara. Suerte señor editor, gracias y enhorabuena. El trabajo bien hecho siempre tiene recompensa.

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