Algo más que el “peluquero de Picasso”

Texto y fotos: Manuel Durán Blázquez



Desde Villauris a Buitrago de Lozoya hay unos cuantos kilómetros que marcaron la vida de Eugenio Arias Herranz, porque desde el final de la guerra de España marchó allí exiliado, precisamente al pueblo donde residía otro ilustre español: Pablo Picasso. Al conocer el pintor malagueño que en el pueblo el barbero era un español, el contacto entre ambos fue constante y duró hasta la muerte de éste en 1973.
Aquella barbería en la villa de Vallauris en la Costa Azul, había atraído a Picasso por la gran tradición ceramista y alfarera, algo que le cautivó y practicó durante toda su vida. Después fueron sus amigos, su entorno y sus aficiones… y entre ellas la de ver toros, recordar España y disfrutar de la amistad. En ella vivió hasta 1955, pero a sus amigos nunca los olvidó.
La exposición que en esta feria de San Isidro de 2010, -ahora ya podemos decir que de infausto recuerdo artístico y taurino en general para todos los aficionados- en la sala Antoñete de la plaza de toros de Las Ventas recuerda precisamente a aficionados y artistas de distinta índole. El gran artista español Picasso, el fotógrafo francés Lucien Clergue y el español Eugenio Arias, amigo de ambos y mecenas de un legado histórico artístico sorprendente.
El mérito de Carlos Abella, comisario de esta exposición es haber reunido en esta muestra, permanente por otro lado en el pueblo natal de Eugenio, Buitrago de Lozoya, testimonios artísticos fotográficos, del grabado y de la cerámica sobre todo. Se trata de ver y enseñar que la tauromaquia está tan unida a lo cultural y artístico, en Francia y en España, como lo está en Pablo Picasso y en Lucien Clergue. Y como nexo de unión, Eugenio Arias que recopiló estos objetos para forjar un sueño que poco a poco debió ir fraguando en aquellas charlas de barbería en la villa francesa, mientras repasaban lo que ocurría en España, en el mundo o de si Luis Miguel era en efecto el número 1. Y Lucien Clergue, académico de Bellas Artes en Francia, que llega a los toros a través del arte de la fotografía porque Picasso le dice que quiere seguir viendo cosas suyas, es el testigo que nos ofrece las imágenes fehacientes de una amistad a través de la tauromaquia: la del propio fotógrafo, la de Luis Miguel Dominguín, la de Eugenio y la de otras personalidades del momento con el español universal Pablo Picasso.




Carlos Abella y Lucien Clergue en la Exposición Picasso y Arias










Lucien Clergue en el muro de los miedos de Las Ventas


Lucien Clergue y los fotógrafos de Las Ventas

Comentarios

  1. Gracias por la simpatia y la sensibilidad.
    Queda mas por ver. A ver si cunde, con la aficion al arte de los toros y el arte de los aficionados.

    Pedro Arias

    ResponderEliminar
  2. Es un placer, un honor y un deber...
    JMSVigil

    ResponderEliminar

Publicar un comentario