Decimotercera de feria (18 de mayo)

¿Qué toros hacen falta para triunfar en Madrid?

Texto y fotos: Manuel Durán Blázquez

Toros de Puerto de San Lorenzo
El Cid: silencio y silencio
Sebastián Castella: saludos y silencio
Rubén Pinar: silencio y silencio


Paseíllo perfecto, con aquella puerta cerrada

Este cartel no era de los peor cerrados en esta Feria de San Isidro. Toros de uno de los hermanos Fraile, Lorenzo, con el nombre de Puerto de San Lorenzo. Lisardo-Atanasio, para lo más entendidos. Y los toreros: dos figuras consagradas y un aspirante a ello, de los que se las saben todas y de quien el aficionado no tiene malas referencias. Es de Albacete, que es tierra de toros (Samueles) y de toreros (Damasos y no Dámasos). Ahora bien, como Rubén Pinar siga por este camino, ya decía mi amigo Israel que pronto solo se le verá en Madrid el 15 de agosto, y si este día cae en jueves, que el cartel del domingo siguiente podría ser más importante.
Rubén, cuando la muleta casi llega a ponerse de forma paralela al cuerpo del torero, (el superpico se puede llamar) se genera un hueco entre éste y aquélla, que es por donde el toro intenta pasar. Por eso casi te arrolla un par de veces tu primero.
En este tercero de la tarde, quizás el toro con menos retranca de los seis junto con el quinto, inicia la faena por estatuarios por alto cuando el toro no hacía más que cantar que eso es lo que quería, la cara arriba. Cosa negada, ya saben ustedes, para el toreo ortodoxo. Así le fue después. Y en el sexto, no creo que no pudiera verlo bien, porque la plaza si lo vio. Embestidas bajas, largas, con fuerza, fijeza... y siempre por fuera. Si nos quejamos en esta feria que no puede ser, sobre todo por los toros, hoy no tanto, porque primero, segundo, tercero, cuarto y sexto eran para mucho más. Quienes estuvieron aseaditos hoy fueron los toros y no los toreros. Así de rotundo
Y precisamente si pudiéramos salvar a alguno de los espadas sería al francés Sebastián Castella, porque él si en el quinto abrevió y bien que hizo porque no servía. Y en el segundo estuvo, aunque acompañando solamente. Animó al público, y de ahí la ovación al final, por la cogida aparatosa tras entrar a matar. Igual hizo Manuel Jesús El Cid en su primero, acompañar, pero que debió hacer algo más, bastante más, diría yo. Este torero sabe lo que Madrid le respeta y sigue respetando, pero no debería hacer faenas de esas que hacen tarde tras tarde otros toreros. Nos parece uno más, cuando en Madrid siempre salía de otra manera. Será quizás que de hacer lo mismo en otras plazas no puede evitar hacer lo mismo en Madrid. Aunque hizo un gran esfuerzo y lo malo es que se notó que lo hizo. En el cuarto, otro toro con cabeza y cuello de galgo, pero utilizado solo para embestir, El Cid consiguió arrancar emoción en dos pases, que no tandas con la derecha y en un natural, uno solo. Demasiado poco para los toros. ¿Es que quizás yo vi otra corrida?. Me temo que no, créanme.


El recibo de El Cid al primero


Quite de Castella al primero



Y remate a ese mismo quite


El Cid en su primero


Castella recibiendo a su primero


Castella con truco


Manoletinas de Castella


El revolcón de Castella


Despedida en el recibo de Rubén Pinar al tercero


Celeste Imperio-Cuento chino de Rubén Pinar


El movimiento del barroco en el toreo


El cuarto de la tarde


Ven Ustedes el esfuerzo


Castella en el quinto


El sexto de nombre Cubilón



Así embestía I


Así embestía II


Así embestía III


La infanta, aficionada recibiendo el brindis de El Cid

Paloma Aguilar trabajando para esta GALERÍA no posaba

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