Undécima de Feria (20 de mayo)

El triunfador no cortó orejas

Toros de Perladé (1º, 2º, 3º, º6), Pedro Domecq (4º,5º)
Sebastián Castella: silencio y oreja
José María Manzanares: aplausos y oreja
Alejandro Talavante: silencio y vuelta al ruedo

Texto y fotos: Manuel Durán Blázquez

Ese ayudado de Talavante

La vuelta al ruedo triunfal sin trofeo

En efecto, quien más puso se quedó sin premio. Aunque premio fue una importante vuelta al ruedo. La verdad es que pudo ser de puerta grande otra vez la faena de Alejandro Talavante en el sexto. Si la estocada es como la del tercero del día 17, sin duda estaríamos hablando de otra salida triunfal del diestro extremeño. Fue una faena de menos a más y mucho más, haciendo que el toro, de embestida complicada, volviera a la muleta porque después de cada natural se quería ir a tablas. Y para no contrariarlo, Talavante se fue con él a tablas, a terrenos del 4 y del 3, junto a toriles. Allí, el toro ya no podía huir. Y allí lo enseñó a embestir con clase y con trasmisión. En esos terrenos se desarrolló una importante faena, llena de fuerza, tensión y no exenta de detalles toreros. Al final, las manoletinas que no perdona (algunas veces bernadinas) este torero le ocasionaron un serio revolcón con cogida espeluznante. No pasó nada. Pero quizás si disturbaron el proceso final de la faena: la estocada. Al encuentro también pinchó y después cobró una estocada casi entera, que necesitó dos descabellos. Todo ese proceso final de la faena llevó a la vuelta al ruedo, cuando pudo ser perfectamente la segunda puerta grande en tres días.

Por delante, Sebastián Castella cortó una oreja fácil, a mi parecer sin demasiada importancia, pero al ser el cuarto toro en esta feria, quizás procedía que se fuera con un trofeo. Variedad y valor, en su línea, aunque con poca profundidad. Y José María Manzanares, también segunda comparecencia después del triunfo del día 18. Aquí, lo importante fueron las series al natural, pero no todas ajustadas ni con la seriedad que él sabe otorgar a este lance y más en esta plaza. Cortó otra oreja, por los puntos ganados con otra sensacional estocada. A mi eso no me importa. Ya saben y se ha dicho siempre, que en Madrid una estocada a ley, puede merecer una oreja y este volapié lo fue.

Y por delante de esto, los tres primeros toros para olvidar. Mal presentados, solo se podían admitir por la cara, pero por nada más. Y ya saben en Madrid lo que pasa con sus salvaguardas. ¿Cómo se iba a repetir lo del otro día? No podía ser. Juan Pedro y Parladé, o viceversa, que es lo mismo, nos ofrecieron la cal y la arena, tres que no y tres que si. Y lo llamativo de la tarde fue que las orejas cortadas apenas tuvieron importancia y quien no las cortó, por mor de la espada, para nosotros fue el triunfador de la tarde.