Moura/ Moura hijo/ Leonardo Hernández
Toros de la Viuda de Flores Tassara
Leonardo Hernández hizo lo imposible
Texto y fotos: J.M.S.V.
La muerte del sexto
Mientras Manolo Durán prepara la crónica, adelanto unos apuntes. Eran las nueve de la noche cuando salió el sexto. La parroquia bostezaba después de soportar al tercero, cuarto y quinto, tan manso este último que para moverse del sitio pedía permiso a su sombra. Pero Leonardo Hernández le puso empeño y corazón hacer un imposible. Movió el caballo, se fue a la otra punta del ruedo y por dos veces consiguió clavar haciéndolo todo. Sonaron las palmas, esas que se han puesto de moda para animar a los atletas en los estadios, y la tarde se vino arriba. Mató de rejón certero y le fue concedida la oreja que pidió la mayoría.
Entonces apareció Ricardo, el aficionado de sombrero cordobés popular en todos los tendidos de la plaza, y sacó un gallo de la chistera. Se armó un remolino en el cuatro y cuando Leonardo pasaba junto a la enfermería el animal voló hacia su destino haciendo brotar las risas.
Una nota más. Bien por el presidente, que no se dejó intimidar (porque no había mayoría) y no sacó el pañuelo blanco cuando le abroncaban desde los tendidos. Moura hijo marró a portagayola, y su actuación fue correcta (en otros tiempos dirían aseadita). Poco a poco, con estos gestos, se irán corrigiendo la manía de regalar las orejas a los rejoneadores en la monumental de Las Ventas. Les dejo con las fotografías.
El ojo que todo lo ve
Una trenza de lujo
Castigados de cara a la pared
Detalles en el patio
Hernández calentando el caballo
Maoura en el patio de caballos
Toros de la Viuda de Flores Tassara
Leonardo Hernández hizo lo imposible
Texto y fotos: J.M.S.V.
La muerte del sexto
Mientras Manolo Durán prepara la crónica, adelanto unos apuntes. Eran las nueve de la noche cuando salió el sexto. La parroquia bostezaba después de soportar al tercero, cuarto y quinto, tan manso este último que para moverse del sitio pedía permiso a su sombra. Pero Leonardo Hernández le puso empeño y corazón hacer un imposible. Movió el caballo, se fue a la otra punta del ruedo y por dos veces consiguió clavar haciéndolo todo. Sonaron las palmas, esas que se han puesto de moda para animar a los atletas en los estadios, y la tarde se vino arriba. Mató de rejón certero y le fue concedida la oreja que pidió la mayoría.
Entonces apareció Ricardo, el aficionado de sombrero cordobés popular en todos los tendidos de la plaza, y sacó un gallo de la chistera. Se armó un remolino en el cuatro y cuando Leonardo pasaba junto a la enfermería el animal voló hacia su destino haciendo brotar las risas.
Una nota más. Bien por el presidente, que no se dejó intimidar (porque no había mayoría) y no sacó el pañuelo blanco cuando le abroncaban desde los tendidos. Moura hijo marró a portagayola, y su actuación fue correcta (en otros tiempos dirían aseadita). Poco a poco, con estos gestos, se irán corrigiendo la manía de regalar las orejas a los rejoneadores en la monumental de Las Ventas. Les dejo con las fotografías.
El ojo que todo lo ve
Una trenza de lujo
Castigados de cara a la pared
Detalles en el patio
Hernández calentando el caballo
Maoura en el patio de caballos
Silla portuguesa
Adorno del caballo de Moura
Antes de la corrida Paseíllo de Moura
Moura clavando en el primero
Moura I
Adorno de Moura
Tarde de bochorno
Llevando al caballo
Momento comprometido para el hijo de Moura
Hernández en su primero
Vuelta al ruedo de Moura
Hernández en su primero
La mano de Moura
Tocando el violín
Más de violín
Un gallo para Leonardo Hernández
Despedida de Moura
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