Francisco Pajares, Pablo Lechuga, Juan Carlos Rey
Toros de Guadaira
No se llegó al tendido
Texto y fotos: Manuel Durán Blázquez
Toros de Guadaira
No se llegó al tendido
Texto y fotos: Manuel Durán Blázquez
Pinturería en pase del desprecio
No es que el público de Madrid sea borde y duro, sobre todo con los que empiezan, como sucedía en la tarde de hoy. Sucede que si no se conecta ya se pueden dar pases. Es posible que alguno de los novilleros haya endosado a alguno de sus oponentes más de cincuenta pases, pero ¿para qué?, si no se llega a uno mismo, difícilmente se puede llegar al tendido.
Luego sucede lo que sufrió Francisco Pajares en su espíritu y en sus carnes. Los pitos, los gritos: ¡qué no, ya está bien! y al ser prendido y cogido de forma espeluznante dos veces al entrar a matar, resulta que se cambian los pitos por aplausos y llega a saludar. ¡Qué cosas! En el que abrió tarde, me contaron que el novillo fue bueno, a la postre el mejor y que no consiguió nada meritorio. Digo me contaron, porque el monumental atasco de la calle de Alcalá a la hora del inicio del festejo impidió a muchos espectadores y a un servidor llegar a tiempo para ver ese primero.
La novillada desde luego no fue bondadosa, porque exigía a quienes estaban delante. Lo más que se pudo hacer es aquello del mono pase. Y uno a uno se los iban tragando, con coladas y parones que tuvieron que afrontar los tres novilleros. Juan Carlos Rey dio unos cuantos en su primero y además ajustados, pero sin ligar. Pablo Lechuga, cuando estaba en ello también, en el tercero, sufrió en sus carnes una espectacular voltereta sin consecuencias. Y en el último, difícil tirando a más difícil, tampoco pudo hacer nada reseñable. De Pajares ya hemos dicho que se le premió al ser cogido. Así no me gusta Madrid.
En lo positivo, el premio a la entrega del novillero de Colmenar Viejo, Juan Carlos Rey, que llegó a saludar después de un espectacular volapié, traserillo, pero certero y de bonita estética. Francisco Pajares que también oyó palmas, momentos antes de pasar a la enfermería por si acaso, después de ser cogido. Y no hubo más. La vuelta del frío, la amenaza d e lluvia, los tendidos llenos y el final de las tres novilladas de esta Feria de 2009.
No es que el público de Madrid sea borde y duro, sobre todo con los que empiezan, como sucedía en la tarde de hoy. Sucede que si no se conecta ya se pueden dar pases. Es posible que alguno de los novilleros haya endosado a alguno de sus oponentes más de cincuenta pases, pero ¿para qué?, si no se llega a uno mismo, difícilmente se puede llegar al tendido.
Luego sucede lo que sufrió Francisco Pajares en su espíritu y en sus carnes. Los pitos, los gritos: ¡qué no, ya está bien! y al ser prendido y cogido de forma espeluznante dos veces al entrar a matar, resulta que se cambian los pitos por aplausos y llega a saludar. ¡Qué cosas! En el que abrió tarde, me contaron que el novillo fue bueno, a la postre el mejor y que no consiguió nada meritorio. Digo me contaron, porque el monumental atasco de la calle de Alcalá a la hora del inicio del festejo impidió a muchos espectadores y a un servidor llegar a tiempo para ver ese primero.
La novillada desde luego no fue bondadosa, porque exigía a quienes estaban delante. Lo más que se pudo hacer es aquello del mono pase. Y uno a uno se los iban tragando, con coladas y parones que tuvieron que afrontar los tres novilleros. Juan Carlos Rey dio unos cuantos en su primero y además ajustados, pero sin ligar. Pablo Lechuga, cuando estaba en ello también, en el tercero, sufrió en sus carnes una espectacular voltereta sin consecuencias. Y en el último, difícil tirando a más difícil, tampoco pudo hacer nada reseñable. De Pajares ya hemos dicho que se le premió al ser cogido. Así no me gusta Madrid.
En lo positivo, el premio a la entrega del novillero de Colmenar Viejo, Juan Carlos Rey, que llegó a saludar después de un espectacular volapié, traserillo, pero certero y de bonita estética. Francisco Pajares que también oyó palmas, momentos antes de pasar a la enfermería por si acaso, después de ser cogido. Y no hubo más. La vuelta del frío, la amenaza d e lluvia, los tendidos llenos y el final de las tres novilladas de esta Feria de 2009.
Genuflexión de Provocador, a Juan Carlos Rey
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