El Juli/ El Cid/ Perera
Toros de Núñez del Cuvillo
Espectación, decepción, el bochorno y… la crisis
¡Suerte a todos!
Pues el tópico. Tarde de expectación, tarde de decepción. Me decía esta mañana un torero: “esta tarde la de los pañuelos y claveles”. Tampoco hay que ser así, las tardes de claveles son las que hacen posibles las otras… ¿o es al revés?
Al primero le taparon la salida y blandéo. El Juli lo citó de largo, pero no tenía fuerza y el tiempo pasó sin pena ni gloria. Se llamaba Tramposo, pero no engañó a nadie porque se le vió desde que asomó por los toriles.
El segundo fue recibido con un ¡miau! Y también blandéo. Desde las gradas dijeron de todo porque al Cid se le quedaba tan chiquito como un llavero y porque lo cuidó con mimo para que no se cayera. Fue todo a menos y después de varios pinchazos… al fin lo mató. Pitaron al toro en el arrastre.
En el tercero se escucharon también algunos ¡miauuuuus! Tampoco sirvió porque se quedaba tan parado como los coches en los atascos provocados por nuestro alcalde, que se le ha metido entre ceja y ceja reventar Madrid por todos lados (no tienen arreglo).
Volvió El Juli hacia las ocho. Era el cuarto. Quiso, pero que pena que estuviera fuera de sitio. A las ocho y quince en punto escuchó un olé (uno) y seguidamente propinó un espectacular pase de pecho. La estocada cayo trasera y tuvo que descabellar.
Se gustó el Cid en el brindis al público del quinto, lo paladeó (se notaba el agradecimiento a su plaza). Antes de coger la muleta se desmonteró alcalareño por los dos pares de riesgo. Luego Manuel Jesús sacó la izquierda y levantó a los espectadores de los asientos en dos tandas, pero todo se vino abajo tan deprisa como había subido (efecto gaseosa, creo que dicen).
En el sexto descansamos cuando Perera dejó de empeñarse en sacar lo que no era posible. Nunca he visto salir a la gente tan deprisa de la plaza. Supongo que era el bochorno, que lo hubo y mucho.
Y ahora lo de la crisis… que ya tenía ganas. La crisis está por todas partes, menos por una que no se llama istmo como las penínsulas, sino en los toros. El próximo día de los claveles dense una vuelta alrededor de la plaza al salir o al entrar (o viceversa) y verán como no hay paro entre los chóferes de los grandes modelos de automóviles. Los había por decenas, que digo por decenas, por cientos… De la crisis tengo una teoría que no falla: como los toros son modelo de democracia, miren a los tendidos las tardes que no torean las figuras y verán que los grandes huecos están en el cinco (o sea en el sol); en la sombra casi todo sigue lleno. Amén.
Toros de Núñez del Cuvillo
Espectación, decepción, el bochorno y… la crisis
Texto y fotos: J.M.S.V.
¡Suerte a todos!
Pues el tópico. Tarde de expectación, tarde de decepción. Me decía esta mañana un torero: “esta tarde la de los pañuelos y claveles”. Tampoco hay que ser así, las tardes de claveles son las que hacen posibles las otras… ¿o es al revés?
Al primero le taparon la salida y blandéo. El Juli lo citó de largo, pero no tenía fuerza y el tiempo pasó sin pena ni gloria. Se llamaba Tramposo, pero no engañó a nadie porque se le vió desde que asomó por los toriles.
El segundo fue recibido con un ¡miau! Y también blandéo. Desde las gradas dijeron de todo porque al Cid se le quedaba tan chiquito como un llavero y porque lo cuidó con mimo para que no se cayera. Fue todo a menos y después de varios pinchazos… al fin lo mató. Pitaron al toro en el arrastre.
En el tercero se escucharon también algunos ¡miauuuuus! Tampoco sirvió porque se quedaba tan parado como los coches en los atascos provocados por nuestro alcalde, que se le ha metido entre ceja y ceja reventar Madrid por todos lados (no tienen arreglo).
Volvió El Juli hacia las ocho. Era el cuarto. Quiso, pero que pena que estuviera fuera de sitio. A las ocho y quince en punto escuchó un olé (uno) y seguidamente propinó un espectacular pase de pecho. La estocada cayo trasera y tuvo que descabellar.
Se gustó el Cid en el brindis al público del quinto, lo paladeó (se notaba el agradecimiento a su plaza). Antes de coger la muleta se desmonteró alcalareño por los dos pares de riesgo. Luego Manuel Jesús sacó la izquierda y levantó a los espectadores de los asientos en dos tandas, pero todo se vino abajo tan deprisa como había subido (efecto gaseosa, creo que dicen).
En el sexto descansamos cuando Perera dejó de empeñarse en sacar lo que no era posible. Nunca he visto salir a la gente tan deprisa de la plaza. Supongo que era el bochorno, que lo hubo y mucho.
Y ahora lo de la crisis… que ya tenía ganas. La crisis está por todas partes, menos por una que no se llama istmo como las penínsulas, sino en los toros. El próximo día de los claveles dense una vuelta alrededor de la plaza al salir o al entrar (o viceversa) y verán como no hay paro entre los chóferes de los grandes modelos de automóviles. Los había por decenas, que digo por decenas, por cientos… De la crisis tengo una teoría que no falla: como los toros son modelo de democracia, miren a los tendidos las tardes que no torean las figuras y verán que los grandes huecos están en el cinco (o sea en el sol); en la sombra casi todo sigue lleno. Amén.
Esperando al matador
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