Texto y fotos: Manuel Durán Blazquez
La plaza el lunes, en día de novillada de Feria
La quinta de feria fue una novillada. Novillada de lujo por los novilleros y por los novillos. Al menos desde el cartel. José Manuel Mas, Miguel Tendero y Javier Cortés. Después ni una cosa ni otra. Los novillos de Montealto, que en Madrid siempre han estado con nota alta hoy no estuvieron muy entonados en conjunto. Hubo novillos buenos y los hubo muy malos, hasta descastados y huyendo de la pelea, como sucedió con el cuarto.
Pero antes, hubo un primero, que no sé qué vería en él su matador, José Manuel Mas, porque no pudo, no quiso o no supo verlo. Dos varas y una extra al efectuar una voltereta en toda regla que no acusó en el resto de la lidia. También el quinto puso a prueba a Miguel Tendero, porque el novillo transmitía lo suyo, hasta que las tres varas tres que le recetó el picador Agustín Collado causaron efecto, a partir de la mitad de la faena y el novillero de Albacete, de grana y oro, quería continuar con el novillo fuera de la pelea. Primero y quinto fueron aplaudidos. Antes, en su primero, el segundo de la tarde, un jabonero sucio, de comportamiento extraño, entre manso y bravo o bravucón, asustó a todo el mundo con la espectacular cogida de Gimeno Mora, pero a Tendero no y lo toreó bajando la mano y ligó muletazos, pero también se pasó de faena. En breve tiene la cita del doctorado en Nimes, pero hoy es novillero y se entiende que los novilleros lo son, porque están en fase de aprendizaje.
De especial, el castigo en varas a todos los novillos, que para mi fue excesivo porque se ha picado como si de una corrida de Miura se tratara. Como asustan, que no nos asusten tanto, debieron pensar los novilleros. Y si no que se lo digan a Javier Cortés en el que cerraba la tarde. Iba este torero de azul y oro y tuvo que apechugar con el complicado tercero, el rey de las coladas, porque estuvo a punto de llevarse por delante a subalternos y al propio Cortés en más de una ocasión. José Manuel Mas, de corinto y oro con el negro de la tarde, el cuarto, no solo fue negro en cuanto a la capa, sino que fue el verdadero garbanzo de ese color, con un comportamiento que nos extrañó sobremanera. Lo intentó en terrenos del 5 y del 4, pero allí cada vez se agudizaba más la querencia a manso.
Salí defraudado por los novillos y la desigualdad de comportamiento en conjunto, por los novilleros, a quienes pudieron los novillos y que no fueron capaces de dar ni una estocada en condiciones. Y porque en este escalafón, en el de novilleros tienen que echar el resto. En cuanto al ganadero, estoy seguro que todo lo mal que lo pasó en la plaza, no ha servido más que para seguir aprendiendo. Ya saben ustedes, los principios buenos no gustan a nadie, ni a payos ni a gitanos. Lo digo por mi primera tarde en este San Isidro. Esperamos que mi próxima comparecencia nos deje mejor sabor.
Aún no había comenzado el paseíllo
Ejercicios gimnásticos
Buena presentación
Así, así, José Manuel, le dicen desde el burladero
El jabonero sucio
Cogida de Gimeno Mora
La técnica y el poder de Miguel Tendero
Javier Cortés con su problema, el tercero de la tarde
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