Curro Díaz, Eduardo Gallo, Andrés Palacios
Toros de Guadaira
Un minuto de silencio, un largo minuto de silencio
Texto y fotos: Manuel Durán Blázquez
Un largo minuto de silencio por Eduardo Puelles
El sentimiento del mundo de la Tauromaquia
El primero de la tarde
Curro Díaz recibiendo a su primero
Toros de Guadaira
Un minuto de silencio, un largo minuto de silencio
Texto y fotos: Manuel Durán Blázquez
Un largo minuto de silencio por Eduardo Puelles
Se anunció inmediatamente antes de iniciarse el paseíllo y ya la plaza ovacionó el aviso. Y la verdad es que hacía mucho, mucho tiempo, que no se respiraba la emoción y rabia contenida en este largo minuto de silencio con las cuadrillas formadas en el ruedo de la Plaza de Las Ventas, para rendir homenaje a Eduardo Puelles, el inspector de policía asesinado el viernes en Arrigorriaga por ETA. El público, en silencio y en pie expresaron el reconocimiento que este español se merecía por su lucha directa contra los asesinos de una banda que no sabe ni quiere expresar sus ideas de otra manera.
Y así empezaba la tarde, una tarde más, la primera del verano recién estrenado con un tercio de plaza. Mucho sol reflejado sobre el granito de los tendidos 4, 5 y 6 y con toros de la ganadería de Guadaira -Juan Pedros y Jandillas- que dieron un juego desigual, destacando el cuarto y el quinto. Y con lógica dos toreros como Curro Díaz y Eduardo Gallo los supieron aprovechar y exprimir. Cada uno en su estilo y en su forma de concebir el toreo. Curro Díaz de Linares, con más desparpajo, chispa artística y decisión, o así lo supo mostrar al menos, tuvo el premio de una vuelta al ruedo, por pinchar primero y matar demasiado atravesado y bajo en ese cuarto. Si no hubiera obtenido una oreja de premio. Eduardo Gallo, con la sobriedad de toreo castellano fue otra cosa, aunque el toro, ese quinto, se dejó y tuvieron importancia las series que consiguió sacarle tanto por la derecha como por la izquierda. A nosotros nos gustaron por la verdad con la que las ejecutó dos series por esta mano, embarcadas hacia dentro y rematando muy atrás. Después la faena a menos, aunque intentó levantarla con las bernadinas finales, pero el premio ya solo fueron aplausos. Andrés Palacios, de Albacete y fama de purista y buen capotero, recibió con una larga al primero suyo, pero nosotros recordamos sobre todo la media en el quite al primer toro de Eduardo Gallo. En sus dos oponentes nada más que intentos, pero unos por la mala condición del toro o falta de acople y no sabríamos en qué porcentaje uno y otro, fue el espada peor tratado de la tarde con sendos silencios. Un espectador de los de siempre, cerca de nosotros llegó a decir, después de las dos faenas de Curro Díaz y Eduardo Gallo: ¡A ver si vamos a ver ahora mejores faenas que en San Isidro! Y la verdad es que ver dos faenas cada una en un aire distinto, pero con bastante verdad y muchos detalles toreros, pues la verdad es que se agradece frente a esas tardes en las que el silencio es el premio que reina por doquier en casi todas las tardes veraniegas.
Y así empezaba la tarde, una tarde más, la primera del verano recién estrenado con un tercio de plaza. Mucho sol reflejado sobre el granito de los tendidos 4, 5 y 6 y con toros de la ganadería de Guadaira -Juan Pedros y Jandillas- que dieron un juego desigual, destacando el cuarto y el quinto. Y con lógica dos toreros como Curro Díaz y Eduardo Gallo los supieron aprovechar y exprimir. Cada uno en su estilo y en su forma de concebir el toreo. Curro Díaz de Linares, con más desparpajo, chispa artística y decisión, o así lo supo mostrar al menos, tuvo el premio de una vuelta al ruedo, por pinchar primero y matar demasiado atravesado y bajo en ese cuarto. Si no hubiera obtenido una oreja de premio. Eduardo Gallo, con la sobriedad de toreo castellano fue otra cosa, aunque el toro, ese quinto, se dejó y tuvieron importancia las series que consiguió sacarle tanto por la derecha como por la izquierda. A nosotros nos gustaron por la verdad con la que las ejecutó dos series por esta mano, embarcadas hacia dentro y rematando muy atrás. Después la faena a menos, aunque intentó levantarla con las bernadinas finales, pero el premio ya solo fueron aplausos. Andrés Palacios, de Albacete y fama de purista y buen capotero, recibió con una larga al primero suyo, pero nosotros recordamos sobre todo la media en el quite al primer toro de Eduardo Gallo. En sus dos oponentes nada más que intentos, pero unos por la mala condición del toro o falta de acople y no sabríamos en qué porcentaje uno y otro, fue el espada peor tratado de la tarde con sendos silencios. Un espectador de los de siempre, cerca de nosotros llegó a decir, después de las dos faenas de Curro Díaz y Eduardo Gallo: ¡A ver si vamos a ver ahora mejores faenas que en San Isidro! Y la verdad es que ver dos faenas cada una en un aire distinto, pero con bastante verdad y muchos detalles toreros, pues la verdad es que se agradece frente a esas tardes en las que el silencio es el premio que reina por doquier en casi todas las tardes veraniegas.
El sentimiento del mundo de la Tauromaquia
El primero de la tarde
Curro Díaz recibiendo a su primero
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