CRÓNICA

Gritos y susurros

Texto y fotos: Manuel Durán Blázquez


El Juli y el primero de Victoriano

Pues la verdad es que a las horas en que escribimos esta crónica o pseudo crónica, no sé si queda algo reseñable por hacer de esta corrida de Beneficencia a la que faltó el rey de España que suele no faltar. Pero es bueno que se vaya tomando el relevo por parte de los Príncipes de Asturias. Y aquellas enseñanzas del maestro Ángel Luis Bienvenida en la barrera del uno en una corrida de la Prensa, cuando aún la real pareja era eso solo pareja de novios porque aún no se habían casado, hayan calado hondo y se les vea más por la plaza de toros y no solo o por el Palco Real. Y dicho esto, entremos en materia recordando aquello lejano que hizo El Juli hace ya tiempo con un toro de Victoriano del Río. Fue hace dos San Isidros. Nada que ver con lo que sucedió hoy. En parte por los toros, en parte por el propio torero y en parte por los gritos especiales que hoy se empeñaron en que no se diera ni una vuelta al ruedo, no Julián López solamente, ninguno de la terna. Los problemas empezaron ayer cuando se vio que la corrida de Victoriano no pasaba entera y los problemas que ello originaba en los espadas. Dejémoslo en algunos espadas, porque quizás no fueron los tres.
El caso es que El Juli que parecía había visto lo brusco y pasado de revoluciones del primero y por ello lo picó en exceso, como así lo recriminó la plaza. Luego se vio que no había sido picado tanto, pero ni la plaza, repetimos, ni el torero ni el toro hicieron nada. El cuarto, uno de los dos Garcigrande que salieron, que se dejaba, vio como su matador, fuera de sitio, con el pico y otras cosas, no hacía más que provocar silencio durante la lidia, pitos después y los gritos extemporáneos del "presidente" del 7. Quiero decir del tendido siete, donde tarde tras tarde sale el grito didáctico del MUY MAL a destiempo. Yo me pregunto, por qué no se hace todas las tardes igual... y para toros y toreros. Y además no reprobamos que se diga, sino cuándo se dice. Juzgue, recrimine y opine, cuando el torero ha terminado su faena. Eso es de ley y no aprovechar los silencios de las faenas para protagonizar un entrenamiento de la laringe y de las cuerdas vocales. Ese espectáculo del grito del siete me recuerda el título de aquella película de Ingmar Bergman, con los susurros en la segunda parte del nombre, el color rojo de las muletas, pero nada más.
José María Manzanares, también con uno de la ganadería titular anunciada de Victoriano del Río y otro de Garcigrande fue silenciado y aplaudido, pero creo que en los dos estuvo a su nivel. Buen nivel y con gusto. Es su toreo y tiene enjundia en el trazo, además de una exquisita muestra de genética taurina con clase. Y eso, es otra rémora para él, porque ya sabemos que Dols Abellán, su progenitor fue siempre medido muy alto en esta plaza, sobre todo en los últimos tiempos. Se salva aquella tarde de "Fulanito", el toro colorado de Manolo González con el que abrió la puerta grande por última vez. Y digo, que si no hubiera pinchado en el primero suyo, lo hubieran aplaudido como en el quinto de la tarde.
Los aplausos subieron de tono por el quehacer con capote y muleta en sus dos toros de Miguel Ángel Perera, porque sobreponiéndose a la poca duración de los dos victorianos que le tocaron en suerte, lanceó, intentó y ligó alguna que otra serie con la muleta y se adornó con bernadinas al final de faena. Todo muy justito, eso si. Pero al menos dejó algo en esta corrida de Beneficencia de 2009, de la que a estas horas poco más hay que contar.


Las sombras

El Juli enmarcado

Manzanares abrochando una hermosa media


Manzanares por alto con Edil


Manzanares y Corchero


Perera cambiando de mano la muleta


Pedro Morales Chocolate, desmontado

Salvador Nuñezz en apuros y Luis García al quite


Joselito Gutiérrez
La luna de media tarde

Comentarios

  1. Sólo decir que a mi me molesta que tras ver dar trapazos a borregos inválidos haya gente que aplauda, e incluso ovacione.
    Digo esto, porque mucha gente se mete con los que protestan durante la faena pero muy pocos se meten con los aplaudidores (por cierto, ayer había a miles)

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