CRÓNICA

Una tauromaquia mediterránea y El Gallo resucitado

Texto y fotos: Manuel Durán Blázquez

Esplá y El Gallo con 75 ños de diferencia

Cinco de junio de 2009. El maestro Luis Francisco Esplá ha escrito, al hilo de sus kikirikís, derechazos, naturales, pases de pecho y de la firma, una lección para el recuerdo. Enseñanza práctica de cómo poner de acuerdo a buenos aficionados, aficionados y a espectadores de la plaza de toros de Las Ventas, la primera plaza del mundo. Desde la ciudad de la Colina Blanca, Akra Leuké, inventada para la posteridad por los griegos, la ciudad de Alicante se ha convertido hoy en la patria del toreo, por aunar, torería, técnica, sentimiento, alegría y estética, en ese juego ancestral que desde Grecia ha recorrido todo el Mediterráneo para posarse en esa ciudad al pie de una peña blanca, que precisamente le da nombre. Si además, recordando la historia de la Tauromaquia, nos acordamos de que El Gallo toreó en esta misma plaza hace setenta y cinco años y vemos su fotografía, podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que el toreo bueno es eterno y además se parece. Felicidades maestro Esplá y felicidades a tus paisanos, doctor Fernando Claramunt, don Luis Alegre.., seguro que habéis degustado y aplaudido en una tarde extraordinaria entre las paredes del toricuarto.
¿Y qué pasó para que hagamos esta introducción? Pues que Madrid en estas fechas sigue siendo, como en todo mayo con San Isidro, la cuna y la tumba de los vientos. Parece que aquí nace y aquí muere y no se aleja mucho más. Una tarde imposible para torear y bien que lo sentíamos todos los que allí estábamos, sobre todo pensando en Morante de la Puebla, que no iba a poder deleitarnos como el otro día. Y no tanto en los otros espadas, Luis Francisco Esplá que se despedía de Madrid y Sebastian Castella. Si bien es cierto que Madrid premió la trayectoria del torero alicantino como se lo merecía. Pero ese problema del viento parece que incluso desapareció, aunque no fuera verdad en el cuarto toro, cuando saltó a la arena Beato, un chorreado colorado de Victoriano del Río de 620 kilos. Lidia Luis Franciscoo Esplá con las precauciones del viento, tercio de varas sin complicaciones y las banderillas. Todas al cuarteo, clavando por el pitón contrario, el derecho, y el último cuadrando en la cara. Y la muleta, las series con la mano derecha, los adornos y cambios de mano yéndose de la cara del toro, dos series con la izquierda espectaculares y para rematar alguna más con la derecha, la última citando a pies juntos. La plaza no estaba premiando la despedida de un torero después de 33 años de alternativa. Estaba emocionada porque estaba viendo la tauromaquia de siempre, que llega, que se siente y no sabes explicar por qué. Y en efecto, aunque el viento no amainara, yo creo que desapareció. La estocada, pensada recibiendo, resultó al encuentro y con dos descabellos, la plaza estaba pidiendo las dos orejas que nadie discutió. Y la vuelta al ruedo a Beato. ¡Enhorabuena ganadero, un toro de 620 kilos puede embestir también.
Vuelta al ruedo gloriosa y salida por la Puerta Grande casi trágica por la paliza, para torero y fotógrafos, pero cuando suceden estas cosas, y han sucedido tan poco en estas treinta corridas que el público parece que no tiene otra forma de expresarse.
Y Morante y Castella. Pues el primero está claro que no puede y para mi ni debe torear en estas condiciones. Aplaudo que lo intentara en el segundo, y que ni siquiera lo probara en el primero. Y mucho mérito Castella, intentando todo, pero sin suerte en su primero, con peligro sordo según avanzaba la lidia y con fallo a espadas en el último, que posiblemente de no haber sido así, podría haber obtenido un trofeo. Por lo que respecta al ganadero, mi opinión, Victoriano, es que es muy difícil ver el comportamiento en esas condiciones. Torear al hilo de las tablas no todos los toros lo saben hacer bien, con la excepción esta tarde del colorado Beato. En suma, tarde para la historia y para el recuerdo, porque ver torear a un torero clásico como este, en mi caso, ha significado volver a sentir una emoción, que apenas me dejaba ver por el visor de mi cámara. Eso significaba que algo importante estaba ocurriendo en el ruedo. MAESTRO ESPLÁ, MI MÁS SINCERA ENHORABUENA.

La llave de los secretos

La foto junto al maestro Cano


Saludo y aplauso


Esplá y las banderillas en su primero


Beato, el cuarto de la tarde


El último brindis


Los tres últimos pares en Madrid


Con la derecha


Con la izquierda


Esos detalles...


El farol de adorno


A pies juntos con diez años de diferencia


Estocada al encuentro


Pues ya está


El aplauso a Beato


La vuelta al ruedo


Su cuadrilla y la afición de Madrid


Y Morante no podía con el viento


Lo que no pue sé además imposible


En el segundo hubo atisbos


Has hecho bien Morante

En tablas mejor que en los medios, en el 1


La intención de Castella en el sexto


El cambio en los medios


La entrega de Diamante


Castella por alto en el de pecho


Vuelta triunfal


Y la Puerta Grande

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