Texto y fotos: J.M.S.V.
Era el momento de Esplá. La plaza entera le aclamaba. Los suyos le llevaban en volandas por el ruedo y el maestro sonreía en ese gesto que descubre la felicidad. Alrededor del torero los capitalistas, delante una nube de fotógrafos tratando de captar la mejor instantánea. Nadie advirtió en aquel momento que entre aquellos tipos anónimos se encontraba Fernando Robleño porque el protagonista era otro. Y ahora, al contemplar la portada de 6Toros6 y repasar el resto de fotografías, vemos a Robleño radiante de satisfacción junto a Esplá, tan feliz como él, tan entregado que nos sorprende.
No es habitual ver a un torero reconocer el triunfo de un compañero y saltar al ruedo para sacarle a hombros por la Puerta Grande, pero es que Robleño tiene el alma blanca, por eso su entrega, por eso su empeño en continuar en la brecha aunque las puertas se le cierren.
Recuerdo aquellas primeras tardes en Las Ventas con toros que le superaban en altura y a los que reventaba con la espada, le recuerdo casi niño ganándose palmo a palmo los contratos. Pero el viento en la plaza de Madrid es traicionero y arrastra en segundos hacia el olvido hasta el último grano de arena.
La imagen de Robleño acompañando al maestro Esplá en su despedida es uno de los gestos de torería que debe perpetuarse en la historia. Por eso, y porque cada vez que se viste de luces deja su impronta en el ruedo.
No es habitual ver a un torero reconocer el triunfo de un compañero y saltar al ruedo para sacarle a hombros por la Puerta Grande, pero es que Robleño tiene el alma blanca, por eso su entrega, por eso su empeño en continuar en la brecha aunque las puertas se le cierren.
Recuerdo aquellas primeras tardes en Las Ventas con toros que le superaban en altura y a los que reventaba con la espada, le recuerdo casi niño ganándose palmo a palmo los contratos. Pero el viento en la plaza de Madrid es traicionero y arrastra en segundos hacia el olvido hasta el último grano de arena.
La imagen de Robleño acompañando al maestro Esplá en su despedida es uno de los gestos de torería que debe perpetuarse en la historia. Por eso, y porque cada vez que se viste de luces deja su impronta en el ruedo.
Por Robleño: ¡Gracias!
ResponderEliminarEs cierto, la mayoría de los toreros tiene extraños celos que son trasnochados, decimonónicos y ridículos. Más valor entonces el gesto de este pequeño gran hombre.
Ole robleño!!
ResponderEliminarGran torero y mejor persona.Para mi un figura del toreo maltratado por las empresas.
llammos maestros a muchos de nuestros toreros pero no sabemos reconocer a jovenes que salen por la puerta grande de las ventas varias veces y no les dan ni siquiera la oportunidad de torear una sola tarde.yo como aficionada me quito el sombrero ante robleño por su saber hacer saber estar y ante todo por su exquisita educacion.haber si los empresarios toman nota de lo que se hace en el ruedo y no miren tanto el nombre del torero que hay muchos que valen tienen valor y nose les llama tanto como a los de renombre
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