A Blanca Verónica Giraldo Feiner
JMSV
Incluso los no creyentes convendrán en esta mañana de domingo que si Dios no hubiera decidido ir a los toros en Aguascalientes, los titulares de la prensa serían otros…
Tenía que llegar el momento… todos lo sabíamos, pero lo que no esperábamos es que Dios hubiera comprado una entrada para ver al más grande echarse el capote a la espalda y citar de frente bajo el sol de la tierra mexicana.
Llegaron noticias de que el Supremo Hacedor tenía mucho interés en volver a verlo, sobre todo después del gesto de financiar los estudios a medio millar de muchachos a través de su Fundación. Le gustó el detalle, y se lo quería reconocer con su asistencia a la corrida. Le dijo a San Pedro que se las apañara con la reventa y en el último minuto pudo hacer hueco para estar en el coso.
Cuando de la plaza toda surgió el grito del espanto, el Señor de los señores extendió su mano y pinzó la artería. Lo demás lo puso en manos de los sabios y expertos doctores.
Ahora el torero descansa, y en la biblioteca pública del reino de los cielos hay revuelo en torno a los periódicos del día. Todos quieren saber como evoluciona…
En un rincón apartado charla el Hacedor con unos cuantos ángeles novilleros:
-¡Vaya por Dios! Para una vez que voy no he podido sacarlo en hombros. Tendré que ir a Madrid…
Y levantando la vista buscó a San Pedro entre la bruma.
-¡Pedro! ¡Pedro! ¿Conoces a alguien en las taquillas de Las Ventas?
JMSV
Incluso los no creyentes convendrán en esta mañana de domingo que si Dios no hubiera decidido ir a los toros en Aguascalientes, los titulares de la prensa serían otros…
Tenía que llegar el momento… todos lo sabíamos, pero lo que no esperábamos es que Dios hubiera comprado una entrada para ver al más grande echarse el capote a la espalda y citar de frente bajo el sol de la tierra mexicana.
Llegaron noticias de que el Supremo Hacedor tenía mucho interés en volver a verlo, sobre todo después del gesto de financiar los estudios a medio millar de muchachos a través de su Fundación. Le gustó el detalle, y se lo quería reconocer con su asistencia a la corrida. Le dijo a San Pedro que se las apañara con la reventa y en el último minuto pudo hacer hueco para estar en el coso.
Cuando de la plaza toda surgió el grito del espanto, el Señor de los señores extendió su mano y pinzó la artería. Lo demás lo puso en manos de los sabios y expertos doctores.
Ahora el torero descansa, y en la biblioteca pública del reino de los cielos hay revuelo en torno a los periódicos del día. Todos quieren saber como evoluciona…
En un rincón apartado charla el Hacedor con unos cuantos ángeles novilleros:
-¡Vaya por Dios! Para una vez que voy no he podido sacarlo en hombros. Tendré que ir a Madrid…
Y levantando la vista buscó a San Pedro entre la bruma.
-¡Pedro! ¡Pedro! ¿Conoces a alguien en las taquillas de Las Ventas?
Cierto es que el toro se le revolvió en un palmo de terreno, pero también es cierto que José Tomás se descuidó. ¡Que bueno que parece ser que todo quedó en un mal rato!
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