Es de Segovia y se llama Víctor Barrio
Novillos de Rehuelga
Alejandro Parralo: silencio y pitos
Salvador Barberán: silencio y pitos
Víctor Barrio: oreja y vuelta con aviso
Texto y fotos: JMSV
Así hay que venir a Madrid, con ganas, a demostrar que se quiere ser torero. Es de Segovia y se llama Víctor Barrio. Tan espigado como la aguja de una catedral, tan arrogante (en el sentido artistico , que no en el personal) como debe ser el novillero que quiere abrir la Puerta Grande de las Ventas. La novillada ha dado un gran juego, con picante en ocasiones, y sobre todo clase para que los diestros se lucieran.
Alejandro Parralo ha hecho todo muy deprisa, no mal sino todo lo contrario. Debutaba al igual que Barrio en esta plaza que lo da y lo quita todo, y los nervios son inevitables. Además le ha tocado en suerte a Sargento, que en el escalafón debía de llevar el nombre de General por su calidad, y a Parralo le ha faltado mili. Salvador Barberán lo ha hecho bien de salón, pero con el toro enfrente es otra cosa. Tanto en el segundo como en el quinto, no ha conseguido transmitir en sus faenas.
De Víctor Barrio ya hemos adelantado casi todo. Oreja y vuelta, o sea a punto de cruzar la raya en el día de su presentación en la Monumental. En el tercero estuvo torero de principio a fin, desde el capote hasta la muleta, poniendo en suerte, en quites, con la derecha y con la izquierda, y en el sexto, un novillo que se quedaba, sacó cuanto pudo pero falló a espadas en el primer intento porque el acero cayó bajo, pero en el segundo ataque cobró un estocadón hasta la bola. Se pidió la oreja, pero el criterio del Presidente fue acertado.
Hubo una nota de belleza en la plaza: el arco iris que a las ocho y cuarenta brotó sobre el reloj para decirnos que no llovería. En resumen, una tarde de toros para firmar.
Novillos de Rehuelga
Alejandro Parralo: silencio y pitos
Salvador Barberán: silencio y pitos
Víctor Barrio: oreja y vuelta con aviso
Texto y fotos: JMSV
Víctor Barrio con el trofeo
Así hay que venir a Madrid, con ganas, a demostrar que se quiere ser torero. Es de Segovia y se llama Víctor Barrio. Tan espigado como la aguja de una catedral, tan arrogante (en el sentido artistico , que no en el personal) como debe ser el novillero que quiere abrir la Puerta Grande de las Ventas. La novillada ha dado un gran juego, con picante en ocasiones, y sobre todo clase para que los diestros se lucieran.
Alejandro Parralo ha hecho todo muy deprisa, no mal sino todo lo contrario. Debutaba al igual que Barrio en esta plaza que lo da y lo quita todo, y los nervios son inevitables. Además le ha tocado en suerte a Sargento, que en el escalafón debía de llevar el nombre de General por su calidad, y a Parralo le ha faltado mili. Salvador Barberán lo ha hecho bien de salón, pero con el toro enfrente es otra cosa. Tanto en el segundo como en el quinto, no ha conseguido transmitir en sus faenas.
De Víctor Barrio ya hemos adelantado casi todo. Oreja y vuelta, o sea a punto de cruzar la raya en el día de su presentación en la Monumental. En el tercero estuvo torero de principio a fin, desde el capote hasta la muleta, poniendo en suerte, en quites, con la derecha y con la izquierda, y en el sexto, un novillo que se quedaba, sacó cuanto pudo pero falló a espadas en el primer intento porque el acero cayó bajo, pero en el segundo ataque cobró un estocadón hasta la bola. Se pidió la oreja, pero el criterio del Presidente fue acertado.
Hubo una nota de belleza en la plaza: el arco iris que a las ocho y cuarenta brotó sobre el reloj para decirnos que no llovería. En resumen, una tarde de toros para firmar.
La soledad
Alejandro Parralo
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