Sábado de gloria
5 Toros de El Cortijillo y 1 de Hermanos Lozano (1º)
Miguel Abellán: saludo con aviso y vuelta
Juan Bautista: oreja y oreja
Arturo Macías: aplausos con aviso y silencio
Texto y fotos: JMSV
Juan Bautista bajo el arco del triunfo
El abanico
El castoreño
Saludando al compañero
Abellán saludando a los picadores
Abellán en el túnel
Macías y Corbacho
Abellán
Derechazo de Abellán
Natural en el sol
Otro natural
La sombra del puñal
Romance de valentía
Media de Juan Bautista al segundo
5 Toros de El Cortijillo y 1 de Hermanos Lozano (1º)
Miguel Abellán: saludo con aviso y vuelta
Juan Bautista: oreja y oreja
Arturo Macías: aplausos con aviso y silencio
Texto y fotos: JMSV
Juan Bautista bajo el arco del triunfo
No se cómo es posible torear escuchando una y otra vez las voces que llegan de aquí y de allá pretendiendo saberlo todo. Hay tardes en que soportarlo es difícil, tanto que a veces busco con la mirada al tipo de turno para tratar de encontrar una explicación a su comportamiento. No me refiero a los gritos de protesta cuando el toro es inválido, me refiero a los que dan órdenes a los diestros…
Vayamos al grano que no merece la pena perder más tiempo. Después del viernes de puente llegó el sábado de gloria. Tenía que llegar. Abellán estuvo a punto de conseguirlo de no haber fallado con la espada en el cuarto, pero fue Juan Bautista, el torero francés de las tierras taurinas de Arles, quien después de una faena completa al segundo de la tarde, rematada con estocada de ley, y de sacar al quinto todo lo que tenía, con otra estocada hasta la bola en el tendido 4, alcanzó ese cielo de Madrid que a esas horas de la noche envuelve en dorados la plaza y recorta la Puerta Grande.
El lote de Macías no sirvió, sobre todo el sexto que estaba inválido. Y de Abellán, lo dicho, que hoy quería todo como los toreros grandes, y casi lo consigue. Por eso cuando se limpió el sudor con el pañuelo que le lanzó una joven desde el tendido dejó para la eternidad el gesto del torero entregado, roto ya, pero vencedor y no vencido. Hoy Abellán se ha reencontrado consigo mismo y con el respetable madrileño, que le colmó de olés en la vuelta al ruedo y le despidió al grito de torero.
NOTA A QUIEN CORRESPONDA
Ruego a las autoridades de las que depende la policía nacional, que indiquen a los agentes en cursillo acelerado como abrir paso al torero al salir de la plaza. Menos mal que solo ha habido una puerta grande, porque de lo contrario estas cosas acaban mal. Es al público al que hay que contener en sus intentos por asaltar al torero, no a los fotógrafos. Se trata de un espectáculo donde todos disfrutamos, sin ninguna violencia ni acritud sino todo lo contrario. Por eso nos cuesta entender determinadas actitudes, que bien es verdad son personales.
Vayamos al grano que no merece la pena perder más tiempo. Después del viernes de puente llegó el sábado de gloria. Tenía que llegar. Abellán estuvo a punto de conseguirlo de no haber fallado con la espada en el cuarto, pero fue Juan Bautista, el torero francés de las tierras taurinas de Arles, quien después de una faena completa al segundo de la tarde, rematada con estocada de ley, y de sacar al quinto todo lo que tenía, con otra estocada hasta la bola en el tendido 4, alcanzó ese cielo de Madrid que a esas horas de la noche envuelve en dorados la plaza y recorta la Puerta Grande.
El lote de Macías no sirvió, sobre todo el sexto que estaba inválido. Y de Abellán, lo dicho, que hoy quería todo como los toreros grandes, y casi lo consigue. Por eso cuando se limpió el sudor con el pañuelo que le lanzó una joven desde el tendido dejó para la eternidad el gesto del torero entregado, roto ya, pero vencedor y no vencido. Hoy Abellán se ha reencontrado consigo mismo y con el respetable madrileño, que le colmó de olés en la vuelta al ruedo y le despidió al grito de torero.
NOTA A QUIEN CORRESPONDA
Ruego a las autoridades de las que depende la policía nacional, que indiquen a los agentes en cursillo acelerado como abrir paso al torero al salir de la plaza. Menos mal que solo ha habido una puerta grande, porque de lo contrario estas cosas acaban mal. Es al público al que hay que contener en sus intentos por asaltar al torero, no a los fotógrafos. Se trata de un espectáculo donde todos disfrutamos, sin ninguna violencia ni acritud sino todo lo contrario. Por eso nos cuesta entender determinadas actitudes, que bien es verdad son personales.
¡Muchas gracias… a quien corresponda!
El abanico
El castoreño
Saludando al compañero
Abellán saludando a los picadores
Abellán en el túnel
Macías y Corbacho
Abellán
Derribo en el primero
Derechazo de Abellán
Natural en el sol
Otro natural
La sombra del puñal
Romance de valentía
Media de Juan Bautista al segundo
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