Día 7, 19 horas. César Palacios da las gracias a los presentes en la inauguración de la exposición. Dice que está nervioso, como los toreros en el túnel antes de iniciar el paseíllo. Le noto feliz, tiempo cansado. Me nombra y me ruborizo. Cuando agradece nuestra presencia le aplaudimos.
Este filósofo de la vida tiene tanto vivido que sus gestos son a veces de resignación. Al fondo una pintura negra, como las de Goya, y más allá una plaza de ruedo amarillo y rojo. Lleva en el ojal de la americana una paleta de oro de la que se siente orgulloso, y tiene el lagrimal húmedo.
La pintura de César Palacios, como la de todo artista, se va y se viene con el carácter, se abre o se cierra como los dondiegos, se expande en el universo de las sensaciones cuando el mirón se detiene en los negros profundos de las noches de luna. Cuarenta años de la realidad a la ficción, de la copia al impulso creativo. Pintura en variaciones oníricas donde el golpe del óleo pretende mil destellos en la frente. Una obra con impronta, con el pase de la firma, con el sabor y la esencia de quien ve pasar la vida en trenes que nada importan.
Sala Juana Francés
Bravo Murillo, 357 (Valdeacederas)
Bravo Murillo, 357 (Valdeacederas)
JMSV
El artista César Palacios por el artista José María Sotomayor
Foto de Muriel Feiner
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