Diego Puerta. In memorian

Madrid, 13 de mayo de 1961


















Tenía el pelo rizado y un gesto de niño bueno. Sonreía. Ante los ladrillos del túnel de cuadrillas de Las Ventas, los fotógrafos le inmortalizaron muchas veces, y en ocho ocasiones le retrataron antes de que abriera la Puerta Grande para cruzar entre el tumulto. Era querido, muy querido, y aunque estuvo en la sombra mucho tiempo sin reivindicar medallas ni reconocimientos, siempre le tuvimos presente, y así seguirá siendo. El gran “Diego Valor” llenó las plazas y entregó siempre todo lo que tenía y sabía. Algunos de sus compañeros manifestaron que les “apretaba” en el ruedo, una virtud que no debe pasar desapercibida… Contemplando las imágenes de Tendido Cero, observamos la frescura y la verdad con la que se enfrentaba a los toros, y la memoria nos lleva a aquellos años en los que, siendo niños, la televisión en blanco y negro nos reunía ante la Televisión para ver a los grandes. Eran tiempos peores, mucho peores, por más que los nostálgicos se empeñen en esconder la miseria en que vivía la mayor parte de los españoles, pero ello no significa que no recordemos los detalles de nuestra experiencia vital. En un rincón de la memoria están grabadas (lo estarán siempre) las tardes de gloria del inolvidable Diego Puerta.

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