Décima de la Feria (18 de mayo)

Demasiados silencios

Toros de Victorino Martín
Alejandro Talavante: silencio, silencio, saludo tras aviso, silencio, silencio, silencio





















Texto: Manuel Durán Blázquez
Fotos: JMSV y MDB


Para Los preliminares tan interesantes y atractivos que el encierro de Alejandro Talavante había despertado y la puesta en escena, acorde con los tiempos en que vivimos, el resultado por mor de los toros en primer lugar, de las condiciones de la tarde con un viento tan poco colaborador  en segundo término y por el propio desaliento del torero finalmente, según iba avanzando la corrida, demasiados silencios.
Ha sido una tarde tan desalentadora como esperada. Toros de victorinos descastados, quizás se podría matizar que con casta escasa o muy medida y nunca como todos suponemos que debe ser un victorino. Porque ni tobilleros o tobilleros, pero doblando las manos y perdiéndolas, con lo que poco lucimiento tiene ese dominio o ese alivio por parte del lidiador, según corresponda. Y ni bravos en el caballo, aunque luego se dejaron pegar, que ni por ello protestaron. Alegría en la suerte de varas ni por asomo, cuando es otro de los atractivos de estos toros en Madrid.  Alejandro Talavante está en un momento de su carrera profesional que debía y podía llevar a buen puerto lo que había propuesto: matar seis victorinos en Madrid y durante San Isidro.  Pero, ya se sabe, apliquemos los tópicos de siempre, lo de la expectación, lo de los elementos, los toros… y en eso se fue quedando la tarde. Anulado el toreo de capote
Claro que hubo una excepción. El tercer toro, Matacanas, precisamente el de mayor peso, fue el mejor, sobre todo por un pitón el izquierdo, al que el diestro extremeño supo torear como se puede torear a un Victorino cuando tiene recorrido y se parece a lo que todos esperamos de un victorino que transmite. No creo que haga falta hablar de los Domadito, Baratero, o Belador. Pero, otra vez, los elementos. Un buen espadazo y el toro no se echó.  Cinco descabellos tuvieron la culpa de que al menos, Talavante, obtuviera un trofeo de mérito y obtenido a ley. 
Del resto de la tarde, nada, ya lo decíamos al principio. Y Tanto cundió el desaliento, que en el sexto, deslucidísimo también, quizás el que más, su matador llevaba ya la espada de verdad desde el inicio de faena… y creo que no es justo que Madrid lo despidiera así, tan pitado en el paseíllo al revés.  Del mal resultado de la tarde, quizás el porcentaje menor lo llevaba el torero. No creo que deba extenderme más en explicar lo que no pudo ser.

Talavante y los victorinos

Los picadores

Dos tercios de la cuadrilla

Don Francisco Cano no podía faltar (Manuel Durán)

(Manuel Durán)

El saludo

(Manuel Durán)
(Manuel Durán)

(Manuel Durán)

El primero

(Manuel Durán)

El bordado

El primero I

El primero II

(Manuel Durán)

Los Victorino y Miguel Bienvenida

(Manuel Durán)

El segundo

(Manuel Durán)

Insólito

El segundo I

El segundo II

(Manuel Durán)
(Manuel Durán)

(Manuel Durán)
(Manuel Durán)
(Manuel Durán)

El tercero I

El tercero II

El tercero III

El tercero IV


(Manuel Durán)
(Manuel Durán)
(Manuel Durán)
(Manuel Durán)
(Manuel Durán)
(Manuel Durán)
(Manuel Durán)
(Manuel Durán)

El tercero V

(Manuel Durán)

El cuarto

(Manuel Durán)

Comentando sobre el cuarto

Chicuelinas al cuarto



El cuarto I

(Manuel Durán)

(Manuel Durán)


Estocada al cuarto



(Manuel Durán)
(Manuel Durán)
(Manuel Durán)
(Manuel Durán)

En el quinto con el capote

El quinto en el caballo

(Manuel Durán)
(Manuel Durán)


El quinto  I

El quinto  II

El director de cine Díaz Yanes

(Manuel Durán)

(Manuel Durán)
El sexto

(Manuel Durán)

La decepción

Talavante y sus cuadrillas, sin premio (Manuel Durán)

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