Lágrimas por don David Mora

Querido torero:
Cuando te vimos cruzar el ruedo camino de toriles, el rumor fue creciendo hasta ahogarse en el silencio de la espera. Fueron momentos de angustia, sí, y con el corazón empujamos a Nazaré, que corrió desesperado para lanzarse hacia el toro y hacer el quite.
En cada embestida la plaza entera tragó saliva y, ya camino de la enfermería, con el gesto herido por el dolor y la rabia, el público de Madrid, el que ya te espera, rompió en ovaciones para reconocer tu entrega. Fue un día trágico para ti y para tus compañeros, pero fue también otra tarde en la que usted dignificó el toreo.
Ayer, cuando me dirigía hacia el patio de arrastre, me llamó la atención un pequeño brillo en la estatua de Luis Miguel Dominguín. Me acerqué y quede sobrecogido al ver que el bronce lloraba. ¿Por qué?  -le pregunté en voz baja- Y un eco ronco y entrecortado me respondió: “Mi llanto es por David Mora”.
JMSV 


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