Vigésima de la Feria de San Isidro (27 de mayo)


Castella conquista Madrid


Toros de Alcurrucén (3 vuelta al ruedo)
Morante de la Puebla: silencio y pitos
El Juli: silencio y silencio
Sebastián Castella: dos orejas y silencio

Fotos: JMSV

Morante a la verónica
Derribo en el primero
El coleo
Brindis de Morante al rey Juan Carlos
Morante en el primero I
Morante en el primero II
Morante en el primero III
El Julii en el segundo
El tercero
Castella por chicuelinas
Remate de Morante
Castella en el tercero I
Castella en el tercero II
Castella en el tercero III
Toreó hasta sin muleta
Castella en el tercero IV
Castella en el tercero V
Castella en el tercero VI
Castella en el tercero VII
Castella en el tercero VIII
Castella en el tercero IX
Castella en el tercero X
Castella en el tercero XI
Castella en el tercero XII
Castella en el tercero XIII
Castella en el tercero XIV
Dos pañuelos
Vuelta al ruedo a Jabatillo
Las dos orejas
El cuarto
Morante en el cuarto
El Juli con el caporte en el quinto
El Juli en el quinto
El Juli en el quinto II
El sexto
Castella en el sexto I
Castella en el sexto II
La vuelta en hombros
Hacia la Puerta Grande

Comentarios

  1. LA FRAGANCIA DE CASTELLA

    “Una faena en la cumbre, quiera Dios se haga costumbre.”

    Vigésima la corrida,
    que San Isidro decida,
    en histórico festejo,
    gran cartel, del sol reflejo.

    Sebastián, ¡viva la Francia!,
    dio muestra de su fragancia,
    en Las Ventas, fue Castella,
    torero de digna estrella.

    Vestido, tabaco y oro,
    santiguado fue su imploro,
    muy formal, fiel paseíllo,
    soñando en el propio brillo.

    Astado serio, sincero,
    de la tarde fue el tercero,
    cuernos altos, colorado,
    bella estampa, asaz armado.

    “Jabatillo”, se llamaba,
    raza fuerte, estirpe brava,
    los genes al cien por cien,
    divisa de Alcurrucén.

    Capote pulcro, educado,
    con tersura dibujado,
    “chicuelina” pinturera,
    suave media a la cadera.

    Varilargas son las jaras,
    polémico tercio, varas,
    verónicas en el quite,
    arte joven se transmite.

    Que decir de la muleta,
    tela roja cual veleta,
    faena por naturales,
    suertes espectaculares.

    Público puesto de pie,
    de tal magia me apropié,
    con ambas manos, maestro,
    ¡que zurda, del galo diestro!

    Un fino lance cambiado,
    molinete destacado,
    trincherillas, el desprecio,
    pases que no tienen precio.

    Con ritmo, profundidad,
    la templanza sin piedad,
    largueza de cabo a rabo,
    en mi memoria lo grabo.

    El deseo del ganadero,
    dualidad, toro, torero,
    hermanados en la lidia,
    entregados, sin perfidia.

    Toro que humille, que embista,
    que nunca pierda la pista,
    que tenga un tranco de más,
    que muestre siempre esa faz.

    Y, un hombre, torero, esteta,
    tauromaquia de etiqueta,
    que conduzca acometida,
    de manera muy sentida.

    Cóncavo, feliz, convexo,
    final, genial, genuflexo,
    matador tozudo, exalto,
    estoconazo, en lo alto.

    Toda tienta así germina,
    ser humano, adrenalina,
    vuelo de pañuelos blancos,
    tendidos, aplausos francos.

    Presidente justiciero,
    par de orejas, premio entero,
    “Jabatillo”, vuelta al ruedo,
    arrastre despacio, quedo.

    Finca del “Egido Grande”,
    pasto verde que se expande,
    Pablo Lozano Martín,
    este triunfo buen festín.

    Por el peto, por la espada,
    dos “peros” que no son nada,
    como la nube que empaña
    el astro de la mañana.

    Puerta grande bien lograda,
    española tan deseada,
    un francés que sale a hombros,
    que no cesen los asombros.

    En Madrid se toca el cielo,
    toreando con mucho celo,
    surtió efectos la oración,
    Castella, en su mejor versión.

    Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
    México, D. F., a 27 de mayo del 2015
    Reg. SEP Indautor No. (en trámite)

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