Foto: Antonio Cabello |
Es lógico pensar
que una persona que se enfrenta con un peligroso animal para jugarse la vida tiene
que estar muy preparada física y mentalmente para poder realizar esa enfrenta,
por supuesto que hay una parte muy importante de técnica, habilidades estéticas
y un profundo conocimiento del toro y los terrenos que hay que pisar para no
ser prendido por el astado.
El torero se
enfrenta ante la fuerza salvaje del animal solamente con inteligencia y el
engaño de unos metros de tela y aunque los principios de la tauromaquia
consistían en lidiar al toro preparándolo para ser estoqueado. Actualmente las
épocas del toreo basadas principalmente en lo acaecido en el siglo XX y XXI han
permitido al hombre en base a técnica y sabiduría templar cada vez con más
sosiego arrimándose hasta quitar el resuello al espectador que tiene un ¡huy! Como
expresión ante los prodigios que hoy se ven en los cosos taurinos.
La faena es una
obra de arte no ensayada y totalmente improvisada ya que es imposible conocer a
priori las condiciones del animal y por consiguiente cada burel tendrá una
lidia totalmente diferente, dependiendo de la preparación del espada sus
recursos físicos y artísticos conseguirán un resultado exitoso, aunque saltan a
la arena animales con condiciones imposibles para el lidiador que se limitara a
configurar una faena en función de dichas características más técnica que
artística que el buen aficionado sabe valorar.
Por lo general los
toreros acostumbran a entrenar con sus peones o compañeros haciendo footing,
jugar al frontón, torear al aire, algunos de ellos actualmente lo ejecutan como
los bailarines auxiliados de espejos para componer la figura y por supuesto
hacerse lo que ellos denominan un toro que consiste en coger unos cuernos o un
carro con las astas que figuran un toro y embestir para ejecutar los pases,
aprender algunos nuevos y crear y dar sello a ciertas innovaciones que otros
diestros adoptaron en el transcurso de las suertes cómo pueda ser el caso de
“las manoletinas” de Manolete, la “Lopecina” de Julián López el Juli, “La
Gaonera” de Roberto Gaona...
Foto: Víctor Lerena |
Los resultados de
una competición de fútbol al margen de la calidad de los artífices del mismo,
los jugadores, en gran medida se encuentra en la profesionalidad e intuición
del entrenador, el Mister, que debe saber imprimir a su equipo los movimientos
precisos dentro del campo, ensayando jugadas y colocando a sus hombres en los
lugares estratégicos del encuentro marcando el tipo de juego que deben de
realizar, a todo ello hay que añadir la autoridad que ejerce en el vestuario y
los entrenos que efectúa junto con sus ayudantes. Existe un entrenador
particular dedicado solamente a los porteros ya que estos se ejercitan
indistintamente al resto del equipo.
El entrenamiento
se suele dividir en tres partes: calentamiento, parte principal y vuelta a la calma
o enfriamiento. La Información de la sesión ayuda al jugador a estar centrado
en el entrenamiento antes incluso de haber comenzado, saber lo que se van a
querer de él y que aspectos del juego se van a intentar mejorar. Sobre el
calentamiento es una parte más del entrenamiento que prepara tanto física como
mentalmente. A su vez, se puede dividir en tres partes: calentamiento general,
calentamiento específico y estiramientos. El calentamiento general se centra en
ejercicios que buscan activar el organismo y la musculatura; durante el
calentamiento, se puede ya orientar el trabajo del jugador hacia el objetivo a
conseguir en la sesión de entrenamiento. Es decir, si el objetivo de la sesión
es “mejorar el golpeo de cabeza”, en esta parte del calentamiento se han de introducir
ejercicios o juegos orientados al golpeo de cabeza, de manera que cuando se
llegue a la parte principal del entrenamiento, el jugador ya esté encaminado
hacia ese trabajo.
Por último y antes
de comenzar con la parte principal del entrenamiento, los jugadores deberán llevar
a cabo unos estiramientos, cortos y con una intensidad leve, sin llegar nunca
al dolor muscular. Y para finalizar se vuelve a la calma o enfriamiento cuyo
objetivo principal es volver al estado de reposo inicial. Hay que respetar la
estructura del entrenamiento marcando objetivos que sean alcanzables por el
equipo y que les hagan mejorar día a día.
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