Foto: Antonio Cabello |
Hay que
remontarse a 9.000 años a. de C. al antiguo Egipto, Grecia y Roma para tener
noticias del marcado del ganado, y de los esclavos, con hierros candentes, siendo
esto una práctica común ya que el “marcado” está relacionado con la
identificación debido a que una “marca” es un símbolo de identidad o
pertenencia. Con la revolución industrial aparece el logotipo y el anagrama.
Las letras
pueden emplearse solas, unidas, o, como se hacen en los monogramas, en
interesantes combinaciones que las enlazan. Una de las características que hace
a las marcas realmente únicas e interesantes es la manera en el que se
representan las letras.
Hay tres reglas
básicas aceptadas a la hora de leer marcas y monogramas: Se leen de izquierda a
derecha, de arriba abajo o cuando la marca está encerrada en una forma, por
ejemplo, una “R” dentro de un círculo, la lectura es, del exterior al interior.
De todos es
conocido que la cría del toro bravo siempre se ha realizado de modo extensivo, generalmente
en dehesas con abundante arbolado de encinas y en total libertad, con las
únicas limitaciones que imponían las lindes perimetrales de las fincas, sin que
apenas existieran los cerrados actuales. Hasta mediados del siglo XVIII no
aparecen las primeras ganaderías españolas perfectamente identificadas y no es
hasta el siglo siguiente cuando se generaliza la costumbre de marcar y numerar
los toros de lidia por medio de un carácter o hierro por ser este el metal
empleado para realizar la huella sobre el animal.
Hoy en día en la
sociedad de la comunicación es habitual que no solo las ganaderías tengan su
anagrama o logotipo, por supuesto las empresas y en consonancia las personas
vinculadas al mundo de la tauromaquia como puedan ser los toreros hacen uso de
su propio logotipo en todas sus comunicaciones incluyéndolos en sus capotes y
útiles personales como el esportón, la funda de montera o estoques, etc. En
ocasiones por su vínculo con el mundo de la tauromaquia tienen un carácter de
hierro para marcar o un formato más comercial.
Propiedad del Real Madrid |
Los tres
elementos principales que marcarán la esencia del escudo del Madrid a largo plazo
son el blanco, el escudo de Madrid y la franja morada. Se decidió que tres
grandes letras, al uso del New Foot-Ball Club, lo compusieran: la C, la M de
menor tamaño, y la F sobrepuesta entre la M.
En 1908, se
decide adelgazar el acrónimo CMF. Se encoge la C, siendo preponderante ya para
siempre la gran M, abierta sobre la C y la diminuta F como un enorme
murciélago. Se circunscribe el espacio con un redondel del mismo color de las
letras, azul oscuro, y el Madrid pasa a tener ya de forma nítida la vértebra
simbólica que lo identificará para siempre en todo el mundo.
En 1920, Alfonso
XIII dota al club de una distinción muy notable: puede llamarse Real incluyendo
la testa coronada del escudo, también en azul, permanecería hasta 1931. Con el
advenimiento de la II República se eliminan por ley todos los símbolos
monárquicos de instituciones, sociedades y asociaciones públicas y privadas. El
Madrid adopta entonces, imbuido en el contexto general del amanecer
republicano, la franja morada en el escudo.
El escudo del
Madrid quedó, pues, desmochado, hasta más allá de 1939. En 1941 el escudo del
Madrid recupera la corona, pero, a pesar de todo, conserva la franja: señal
inequívoca de que era considerada un elemento de castellanidad y no un
accesorio estético de la derrotada República.
El regreso de la
corona al escudo coincidió con uno de los últimos retoques significativos del mismo:
el azul oscuro del redondel, de las letras y de la corona, trocó se en dorado.
Adquirió así el
Madrid el
definitivo matiz áureo que distingue su blasón en la actualidad.
En 1998, el
Madrid vuelve a ser vestido por Adidas, tras unos años con Kelme. Por
cuestiones ornamentales se eligió entonces el azul como color preferente de la
franja hasta entonces morada. En 2001, la nueva dirección comunicativa
emprendida por el Madrid transforma el escudo también en logotipo, para lo cual
bordea de azul oscuro el contorno del redondel y de las letras, agrandándolas
hasta apenas dejar espacio en blanco entre la M, la C y la F.
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