Los toreros vs los futbolistas

Foto: Antonio Cabello


Los 50 años suelen ser los limites que tiene los toreros para pisar el albero, aunque suelen acudir a la cita en los festivales hasta los 60 años o quizás mas. Con la edad de 78 años Manuel Benítez toreó un festival en admirables condiciones físicas.
El devenir del torero es bastante complicado ya que su propia idiosincrasia y el mundo adyacente impiden el normal desarrollo profesional del mismo ya que de un lado hay que tener en cuenta las cicatrices y al ser esta disciplina una heredera de las bellas artes la inspiración y la actitud mental puede llegar a asfixiar al torero que corta la campaña para reencontrarse y volver a los ruedos tras superar el bache psicológico.
De los maletillas que eran auténticos correcaminos, haciendo tapias para poder dar un par de muletazos a las vacas durante los tentaderos. Chicos hechos así mismo de ahí la gran variedad de estilos que concurrían a los carteles de antaño, cómo decía muchos de esos jóvenes les devoraba la afición, pero otros se encandilaban por los dineros, las fincas o el Mercedes y los llevaban a una auténtica odisea de supervivencia.
Hoy en día las escuelas taurinas la mayoría auspiciadas por los ayuntamientos, permiten a los alumnos torear, practicar y corregir los defectos y adquirir la técnica que le inculcan sus maestros. Posiblemente, aunque es maravilloso la comodidad que supone para los aspirantes el aprendizaje de las diferentes disciplinas el problema viene dado en que todos salen con unas ideas preconcebidas y actualmente la mayoría de los carteles esta integrado por diestros con similares maneras y desde luego hoy en día es imposible que salga de una escuela un torero tremendista.
El torero por lo general vive en torero. Recuerdo a uno con cierta edad que me presentaron antes de un tentadero y al comenzar el mismo se había enfundado en el traje corto y apareció ante mis ojos totalmente transformado, que torería derrochaba, que andares, que comportamiento, increíble. La torería es una filosofía de vida, en las escuelas enseñan a los alumnos a andar en torero.


Foto: Víctor Lerena
Los deportistas que optan por la disciplina del fútbol comienzan su trayectoria a muy tierna edad ya que en las escuelas se dispone de patios y durante los recreos la mayoría de los niños se ejercitan con el juego de pelota, es más, los padres en cualquier momento les obsequian con un esférico por lo que existe un adoctrinamiento por parte de los progenitores y educadores hacia el deporte rey.
El promedio de la vida de un futbolista profesional finaliza alrededor de los 30 años de edad: la velocidad disminuye, los reflejos no responden de la misma forma y la fuerza va menguando.
Algunos jugadores han llegado a jugar con 40 años cumplidos, incluso a buen nivel. Pero casi nadie llega a 50. La mayoría con 35 dejan de jugar o se van varias temporadas a ejercitarse en países con baja competitividad como pueda ser China, Japón, Países Árabes, etc.
Desgraciadamente los clubs deportivos basan su estrategia comercial en los fichajes y cómo decía el presidente del Atlético de Madrid “los jugadores son auténticos mercenarios, se venden a cualquier amo”. Es un autentico mercado de compra venta de personas sin arraigo y sus sentimientos
se encuentran en el valor del fichaje, las primas, los ingresos por derechos de imagen, etc. al cabo de varias temporadas idolatrados caen rápidamente en el olvido ya que un sustituto llenara de ilusiones el espacio vacío.
Los niños callejeros de países suramericanos, Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia que se forman a su libre albedrio sin ningún tipo de formación académica y que solo sacan a relucir su instinto y su impronta son muy valorados por los clubes del mundo ya que llevan el fútbol en los genes y aunque no poseen ninguna formación su intuición los hacen idílicos para este deporte que lo convierten en magia. Después la técnica de los entrenadores y la disciplina del club hacen el resto.
Los problemas son su personalidad ya que sus principios en ocasionase no le permiten valorar el mundo que les rodea y por consiguiente se vuelven caprichosos y fuera del terreno de juego pueden llegar a ser conflictivos

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