Paseíllo vs salto al campo del juego

Foto: Antonio Cabello

La cultura taurina se nutre de un profundo ritual que tiene lugar en cada festejo. Aunque cada torero posee su propia idiosincrasia por lo general todo transcurre de manera reglada. Una vez que llegan las cuadrillas al hotel se vestirá la silla con el traje de luces siempre en riguroso orden primero colocará la taleguilla (el pantalón), la chaquetilla sobre el respaldo y el chaleco colgado en el asiento, la camisa tapando la chaquetilla y sobre estas las medias. Sobre la taleguilla la montera en cuyo interior se meten los cabos, la castañeta (postizo de pelo trenzado que se sujeta con un tornillo en la nuca del torero justo al filo de la montera), los tirantes y los pantis. A los pies las zapatillas y envolviendo todo el capote de paseo.
Un tiempo prudente antes del festejo el mozo de espadas comienza a vestir al torero. Una vez que se ha colocado él los pantis le ponen las medias y a continuación la taleguilla, los tirantes y la camisa. Ya para terminar la vestimenta al torero le calzan con las zapatillas y prenden la castañeta y por último la chaquetilla.
Una vez llegan los toreros, al coso de Las Ventas en el túnel de cuadrillas, posan para los fotógrafos y saludan a las amistades que le dan los parabienes hasta que una vez que el presidente del festejo saca un pañuelo blanco despejan el ruedo los alguacilillos que se encaminan a la puerta de cuadrillas para comenzar el paseíllo, momentos antes los diestros se lían en su capote de paseo de ricos bordados mientras que la banda de música interpreta un alegre pasodoble. Formados por orden de antigüedad desde que tomaron la alternativa, vistos de frente, a la derecha se sitúa el torero más veterano, en el centro el más novicio y a la izquierda el intermedio. Detrás de los diestros van los tres banderilleros del primer torero, a continuación, los del segundo y los del tercero, respetándose de derecha a izquierda la veteranía de cada uno. A continuación, de dos en dos, marchan los picadores montados a caballo, ordenados según la antigüedad de sus jefes y la propia. Al final del desfile van a pie los mozos de caballos y areneros seguidos de las mulas y los mulilleros

Foto: Andrés Martínez
Todos los clubs de fútbol poseen vestuarios para los equipos, uno para el titular y otro para el visitante. Estos vestuarios poseen bancos donde los utilleros han colocado adecuadamente las camisetas, los calzones, las medias, las botas y las espinilleras o protectores, cada equipamiento en el orden correlativo a su titular y numero (dorsal) de camiseta, aunque en muchos equipos también figura el nombre del jugador. La indumentaria posee colores característicos propios al club, aunque se suele poseer una segunda equipación por si el equipo anfitrión posee una que se asemeje a la del visitante ya que con la aparición de la televisión en blanco y negro era posible confundir los equipos por la reproducción cromática de los colores en escala de grises que podían semejarse, aunque fuesen de diferente color. Los vestuarios están dotados de duchas y en ellos antes del partido el entrenador da consejos a los jugadores sobre el juego a realizar.
Muchos estadios poseen una rampa o escaleras ascendente para salir al campo, aunque previamente hayan tenido que realizar una bajada ya que era costumbre en los coliseos romanos que la zona de los gladiadores estuviese en los bajos de la arena y su salida se realizaba en subida creando una sensación de grandeza al contemplar los graderíos con el público aclamándoles.
Estos aspectos psicológicos aún se mantienen en los grandes recintos.
El protocolo típico es que el árbitro y uno de sus asistentes se paren al frente de la fila mientras el segundo asistente hace una última revisión de los jugadores, el asistente también se asegura de que haya 11 jugadores formados en cada lado para estar seguro de que todo su equipamiento esté en orden y a continuación los árbitros toman el balón de un podio.
En la actualidad es costumbre que a cada jugador le acompañe en la salida un niño cogido de la mano lo que fomenta la afición y proporciona una tierna entrada en el campo, estos le acompañaran mientras en formación se cita el nombre de los participantes y se entona los himnos de los equipos.

Texto: Antonio Cabello

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