Sala del torero vs vestuario


Siendo Gerente de la Plaza de Toros Pedro Gómez Ballesteros en el año 2003 y a instancias de Antonio Chenel “Antoñete” se habilita una estancia utilizada cómo vestidor por monosabios y mulilleros, para relajo de los toreros cuando llegan a la plaza y no desean ser expuestos al público que circula por el túnel de cuadrillas; apoderados, ganaderos, prensa, etc. es un lugar de recogimiento único entre todas las plazas de toros y que cuenta con asientos, sillones un sofá para el descanso y sillas en torno a una mesa redonda todo ello decorado con fotografías históricas.
A su vez cuenta con un cuarto de aseo con duchas que posibilita a los toreros en caso de necesidad hacer uso de él durante la lidia al ser un reservado de acceso restringido, solo para toreros, y queda prohibida la entrada a cualquier otra persona.
Este lugar de recogimiento, aunque no es frecuentado por la mayoría de los diestros bien sea por desconocimiento o bien porque deseen posar para los fotógrafos congregados en este lugar para captar los retratos de la terna alternante o bien porque ese trasiego de personas distrae los momentos cruciales de espera antes de comenzar el festejo. No obstante, existe la otra moneda y toreros cómo Talavante encuentra alivio en la soledad y hace uso de la sala hasta diez minutos antes que son desalojados los reporteros y concurre a la formación en el momento en que los alguacilillos realizan el despeje y se abre el doble portón para pisar el albero.
Existe una hornacina con la pequeña figura de San Francisco de Asís, que destaca como una de las grandes figuras de la espiritualidad en la historia de la cristiandad, fundador de la Orden Franciscana y que es el santo patrón del medio ambiente, de la ecología y de los animales y por tanto de los veterinarios.
Al Santo le acompañan pequeñas estampas traídas por los propios toreros que le dan un toque de espiritualidad y relajo a la sala que posiblemente para la mayoría de las personas que lean este artículo les resulta desconocida.


Los vestuarios son no solo el punto de encuentro donde concurren todos los jugadores para equiparse también es el lugar donde el técnico propone las estrategias de juego, donde arenga a sus hombre o donde consuela al equipo, pero también es el lugar en el que los futbolistas tratan de desinhibirse de nervios y mentalizarse para jugar el encuentro y es habitual que al igual que los toreros al vestirse algunos lo hacen acompañados de música por lo general copla o flamenco en estas instalaciones los jugadores encargados de llevar la música son normalmente Sergio Ramos y Marcelo, dos de los capitanes del equipo y ya que la procedencia andaluza de Ramos hace del flamenco un tipo de música muy escuchado alternándose con un remix que aparece en la serie de Narcos. Hay que tener en cuenta que los jugadores pasan por diversos momentos buenos y malos, y las canciones les ayudan a unirse y divertirse, dejando a un lado la competición.
Algunos entrenadores aplican disciplinas muy severas al equipo cómo el no permitir el uso de teléfonos móviles para que exista una mayor concentración.
En ciertos estadios mientras el vestuario de los titulares está más en contacto con el público que le transmite el ambiente mientras que el de los visitantes se encuentran insonorizados para desmoralizar en la medida que cabe a los deportistas, la pintura de los mismos se realiza con los colores más apagados y todo tipo de artimañas posibles son puestas en escena ya que al parecer son dos vestuarios totalmente diferentes comparativamente. La mayoría de los titulares decoran sus asientos con grandes fotografías de sus propietarios y dentro de los mismos existen monitores y pizarras para que los técnicos puedan proponer a su equipo las técnicas deportivas, así como espacios de relax como pueda ser baños con yacuzzi, etc.
La modernidad ha ido eliminando la figura del utillero que era imprescindible para mantener el equipamiento; limpiar las botas, limpiar y dar grasa a los balones, lavar la ropa, toallas, etc. y colocar a cada jugador sus pertenencias.

Fotos y texto: Antonio Cabello

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