Foto: Antonio Cabello |
Al ser la
cultura taurina un arte ancestral este se nutre de un ritual litúrgico que
surte a sus artífices de multitud de situaciones y actos repetitivos que
generan actitudes características teniendo en cuenta el perfil tan peculiar del
torero, es preceptivo observar que durante el día de faena, además de los
nervios naturales ya que hay que pensar que se va a jugar la vida, existen
muchos ritos y supersticiones.
La idiosincrasia
de cada cual le acompañará en todo momento, aunque hay situaciones que son copiadas
por una inmensa mayoría como pueda ser el evitar vestirse de amarillo y si el
color se acerca a esa gama cromática le denominaran champan. Nunca colocar la
montera sobre la cama.
Muchos toreros
ya vestidos con el traje de luces se dirigen a la capilla de la plaza o pueden acceder
a la enfermería para saludar a los doctores antes de posar para los fotógrafos
en el patio o túnel de cuadrillas. Hay quienes se muestran esquivos en un
rincón sin saludar ni hablar con nadie
y otros que
tratan de evitar el posado ya sea llegando en el último momento, quince minutos
antes según el reglamento o en el caso de las Ventas introduciéndose en un
habitáculo “Sala de Toreros” habilitado para la espera de las cuadrillas que lo
deseen.
Ya al abrirse la
puerta de cuadrillas hay quien tocan las tablas de la barrera y otros dibujan una
cruz con la zapatilla sobre el albero. Tras desearse suerte desfilan las
cuadrillas hasta el palco presidencial cambiando el capote de seda por el de
percal y para soltar nervios ejecutan pases sobre el aire. Después de brindar
el toro al respetable, el torero avienta la montera hacia atrás para que esta
gire varias veces. Si la montera cae con los machos para abajo es señal de
buena suerte en la lidia en turno, pero si la montera cae hacia arriba es un
mal presagio, no obstante, la mayoría en estos casos la gira con la ayuda del estoque
o directamente deposita el tocado en la arena bocabajo para evitar malos
presagios.
Foto: Andrés Martínez |
Aunque este
juego no está por lo general vinculado con una liturgia y por consiguiente los
que lo practican poseen pocas ideas colectivas que se pueda hacer generales
cómo pueda ser el que “La Copa no se toca” ya que, en muchas ocasiones, el
jugador que toca el trofeo antes del partido no lo levanta al final. Por lo que
hay que recurrir a esas creencias o supersticiones particulares que tienen los
jugadores y que constituyen un rosario de anécdotas curiosas.
Cuando el Real
Madrid se alojó en su nuevo estadio en 1912 estuvo 5 años sin conseguir ningún
título. Para romper la “maldición”, el club realizó un inusual rito para
espantar los malos augurios, que fue enterrar un diente de ajo en el círculo
central del campo. Parece que esto funcionó, ya que el Real Madrid ganó la Copa
del Rey esa misma temporada.
Por ejemplo,
Iker Casillas es uno de los jugadores con más manías; recorta las camisetas, da
la vuelta a las medias y antes de empezar el partido, con la pierna izquierda
realiza un surco desde la corona del área hasta la línea de gol. Además, siempre
que su equipo marca, se dirige a su portería, da un saltito y toca el larguero
con la mano izquierda.
Sergio Ramos
siempre besa el balón cuando marca un gol. Fernando Torres le debe sus numerosos
cambios de look a la racha de su equipo e intenta también no pisar las líneas
del campo durante el partido. Por su parte, David Villa suele llevar una medalla
de la Virgen de Covadonga bajo la camiseta hasta que empieza el partido.
Es común en
muchos deportes ver a los atletas llevar vendajes. Lo que quizás no sabías es que
se vendan rodillas, muñecas o codos en busca de buena suerte. La creencia parte
de jugadores que se lesionaron en un partido y tuvieron buenos resultados al
jugar con el vendaje. Otros creen que si llevan vendas evitan lastimarse.
A todo ello
unimos la decoración personal que puede ser llevada a cabo por medio de
tatuajes, corte de pelo y teñido del mismo y la incorporación de amuletos.
Texto: Antonio Cabello
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