NOVILLADA EN ARGANDA DEL REY (8 de septiembre)

Paco Chaves, Juan Manuel Jiménez, Daniel Nunes

Texto y fotos: José María Sotomayor


Cuadratura

Tarde toros en Arganda del Rey. Como siempre estuvimos cobijados por el manto de Nª Sª de la Soledad, patrona de los argandeños. De su imagen, en 2010, se celebrará el bicentenario. Como todos los años gozamos del afecto y la amistad de los miembros de la Peña Taurina de El Barranco. Como muchos disfruté con la compañía del pintor César Palacios. Por primera vez sin Amalia. Nada me pareció igual.
Vienen a mi memoria aquellas crónicas del Antonio Díaz-Cañabate en tardes de toros en las que en el ruedo no ocurrían demasiadas cosas relevantes. Esta debería ser una de aquellas. Pero no es posible. Él era un escritor costumbrista insuperable. Yo, no. Y es que esta tarde del 8 de septiembre, estuvo vacía de contenido taurino. Hubo novillos y novilleros, eso sí. Pero ni los unos ni los otros se comportaron como tales. Los de Adolfo Martín, con la presentación justa para lo que es habitual en esta localidad. Muy defectuosos de cornamenta y, en general, descastados, en esa acepción del término que lo relaciona con la falta de acometividad. Y mucho más descastados los novilleros.
El calor, bien. La música, también. La oficial y la de la peña, más próxima ésta a nosotros. Tocaban con el entusiasmo que le faltaba a los novilleros. La Presidencia, sin problemas, como los coletas. Y entre novillo y novillo, los areneros por parejas. En igualdad como hoy se reclama en cualquier actividad. Ellas muy monas. Ellos, no sé. Y alisaban un ruedo cuadrado en el que se habían pintado rayas blancas en círculos concéntricos. ¿Sería un intento de cuadratura de aquellos? Quizá esto confundió reiteradamente a novilleros y novillos. Un picador no se lo creía. Luego a otro también le entraron dudas. Cuando no picaban se subieron al tendido para ver, con mejor perspectiva, esos círculos encerrados en un cuadrado de arena. Probablemente era un rectángulo. Se nubló y siguió el calor. Se encendieron las luces. Las de la plaza y las de Daniel Nunes, el tercer espada, que cortó una oreja cuando ya caía la noche. Los de la peña, esta tarde solo pudieron entregar, en la correspondiente vuelta al ruedo, un ramo y un ejemplar del estupendo libro que cada año editan. El encargado de dárselos al Presidente se desesperaba. Se me olvidaba, también hicieron el paseíllo Paco Chaves y Juan Manuel Jiménez. Pusieron entusiasmo, no en exceso, que calor hacía. Es de agradecer, pero se esperaba más. Y en el haber de los tres, en general, la contundencia de sus espadas. Eso si es justo reconocerlo.


Música


Sombras alargadas


Mejor que caballo


Bicentenario


Buen Aire


Igualdad


Presencia del novillo



Desesperación

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