Vigésima tercera de feria (28 de mayo)

La felicidad de Robleño

4 Toros de Palha y 2 de El Torreón (5º y 6º)
Jesús Millán: silencio y pitos
Fernando Robleño: pitos y oreja
Francisco Javier Corpas: bronca y silencio con aviso

Texto y fotos: JMSV

Robleño y el clavel

La cara de Robleño era la felicidad. Al pasar por el 4 se llevó el clavel que llevaba en la mano derecha al corazón y me regaló una fotografía correspondiendo a lo que antes habíamos comentado en el túnel. Cuando Robleño me guiñó el ojo antes de comenzar a liarse, supe que era su tarde, y no lo digo por las faenas, que no fueron las que pedían los dos toros, sino por los arrestos y por esas ganas de recuperar lo perdido.
Jesús Millán tuvo el peor lote de la tarde y al primero le hizo una faena de aliño. El cuarto puso en aprietos en banderillas a Carlos Casanova, que se desmonteró después de dos pares de gran riesgo, resultando volteado y con la cara arañada, pero en ese gesto de pundonor que tienen los de plata, buscó de nuevo los palos para clavar en todo lo alto.
Paco Corpas perdió la oportunidad de abrir la Puerta Grande, y aunque se fue a portagayola en el tercero, no entendió nada de lo que le ofrecía el palha Lezirio. Por eso fue abroncado.
Robleño no entendió el segundo y de ahí que el toro fuera aplaudido en el arrastre, como también fue ovacionado el picador Bernal por dos varas impecables. Y llegó el quinto, que era de El Torreón y de Palha. Además se llamaba Bonoloto, y la suerte estuvo de cara. Salió con fuerza y Robleño se empeñó en una faenaa de poder a poder, en lugar de darle la distancia que pedía; y aunque no resultó lucida la faena, si lo fue el combate y sobre todo la estocada con la que le hizo rodar a sus pies.
Esta vez he sentido que la felicidad del torero llegaba desde el ruedo hasta mis ojos cuando al llevarse el clavel al corazón ví ese gesto de humildad y de grandeza. Disculpen ustedes, pero con Robleño me puede el sentimiento.