EL FESTIVAL VISTO POR UN CHINCHONETE (Armando Heras)

Hacía ya muchos años que un festival en Chinchón no suscitaba tanta expectación como este, por momentos parecía que habíamos vuelto a los tiempos cuando mi admirado Manuel Vidrié lo organizaba.
El encargado de comenzar la lidia fue Manzanares (el rejoneador), el cual me empezó a gustar desde que vi el sello del Centauro Navarro en el anca de algunos de sus caballos. En honor a la verdad, he de decir que el torero supo parar, atemperar y mandar sobre un morlaco noble pero muy falto de motor. Fue el único que se marchó sin trofeos, no porque no lo hiciese bien, sino porque pinchó dos veces a un animal que ya no colaboraba.
El segundo de la tarde fue para el Fundi, un torero de raza, de esos que se entregan hasta el final, de esos que siempre lo intentan aunque el toro no sea el más bonito o el más idóneo. Cortó dos orejas y demostró que ha recuperado el nivel que tenía antes de sus percances.
El astado que debía haber sido para Miguel Tendero, al cual me quedé con las ganas de ver, fue para Dávila Mihura que se mostró serio con el capote y muy intenso con las tandas de muletazos. Cortó otras dos orejas e hizo olvidar al que tenía que haber venido.
El mejor toro de toda la corrida fue para Jose María Manzanares, el torero decidió dejarle prácticamente entero para deleitarnos con todo su repertorio en la muleta, derechazos interminables, pases de pecho y en definitiva un toreo de maestro que se vio recompensado con tres trofeos, gracias, presumiblemente, a la mejor estocada de toda la corrida. Cabe destacar, que Manzanares protagonizó la anécdota de la tarde, al dejar colgada una de las orejas que había cortado en el alero de un tejado próximo a un tendido.
En sexto lugar lidió Alejandro Talavante, magnífico con el capote y espectacular con la muleta. El torero cortó dos orejas y rabo, espero sinceramente que esta tarde, en la que se le vio especialmente contento, le haya servido para dejar atrás el disgusto por la escasa recompensa que a mi juicio recibió en la Feria del Pilar.
El último de la tarde fue un novillero de Aranjuez llamado Miguelín, el cual no se amedrentó ante tanta figura y recibió de rodillas a un toro al que se animó hasta a ponerle banderillas, suerte que por otro lado debería mejorar. No obstante, dejó buenas sensaciones y apunto alto en un futuro no muy lejano.
He decidido alterar el orden de la lidia y dejar para el final a un torero al que se le tiene un especial cariño en el lugar. Julián López “el Juli” dio sus primeros pasos en el toreo aquí en Chinchón. Personalmente me alegró mucho que volviera y se hiciera cargo de un festival tan importante como es el de esta Villa. Ni que decir tiene que cortó dos orejas y que se mantuvo en el nivel en el que ha estado durante todos estos años. Desde aquí me gustaría darle las gracias por la organización de esta fiesta y pedirle que para el año próximo se anime a deleitarnos con un par de banderillas como las de antaño.