Novillada en Riaza (20 de septiembre)

Novillada de La Quinta, para Pablo Atienza, ovación y silencio; Manuel Diosleguarde, silencio y silencio y Eusebio Fernández, oreja y silencio.

Novillos desiguales de presentación destacando por abajo primero y segundo y por arriba quinto y sexto. Después del encierro y de la capea, Riaza rezuma ambiente festivo en torno a su plaza Mayor, convertida en espacio de toros, como manda la tradición.

Un pueblo en fiestas siempre anima y deja en el ambiente una tensión especial sabiendo que por la tarde hay novillada de las llamadas duras. La quinta no es cualquier cosa para una portátil y más en este marco tan singular. Fue una tarde en la que las espadas marcaron negativamente la tarde y en consecuencia el triunfo de los novilleros. Salvo en el caso del tercero, en el que Eusebio Fernández, de Sepúlveda, debutaba con picadores y recetó una entera un tanto contraria, en todos los demás de la tarde fue un rosario de pinchazos y descabellos con varios avisos perdonados. En cambio, las faenas todas tuvieron mérito, primero por el sentido y encaste lidiados y segundo porque los novilleros no ahorraron esfuerzos. En el caso de Diosleguarde, bastante bregado y se nota en su quehacer. Atienza, mejor con el cuarto, novillo con poder y que mostró lo que no se valoró con el pequeño primero, el más desigual de la novillada. En el de Eusebio Fernández, pundonoroso y con mucho mérito por debutar con esta ganadería y por su corta trayectoria autodidacta. A la postre, fue el triunfador de la tarde, con muletazos de mérito.

Texto y fotos: Manuel Durán